De esta manera, la Iglesia rosarina se hace eco de la vivencia de los ciudadanos, y especifican que
la violencia de los pueblos de Rosario y Gran Rosario (provincia de Santa Fe) crece diariamente.
Recordaron, entonces, lo que el arzobispo Eduardo Martín, ya había señalado en el 2015: “esto es muy preocupante y las autoridades tendrán que tomar las medidas para garantizar mayor seguridad”. Tres años más tarde, el obispo reiteraba: “a diario vemos cómo se eliminan vidas llegando a naturalizar también la muerte” y “tenemos miedo de ser víctimas de violencia con armas de fuego”.
El equipo de comunicación señala que hay responsabilidades políticas que deben velar por la seguridad, pero esto no está exento del aporte que cada uno debe aportar su “gota en el océano”, para vivir una sociedad en paz, “en este inicio de Cuaresma, uniéndonos a Jesucristo”.
“Comunicar la paz en esta sociedad tan violenta tiene que ser el principal objetivo de esta Cuaresma en el Año Mariano Arquidiocesano porque Jesús nos llama a llevar la alegría de la fe a todos”, es el pedido del equipo arquidiocesano de comunicación.
Reivindican las palabras de san Juan Pablo II, en su mensaje de la XXXVII Jornada Mundial de la Paz del 1° de enero de 2004: “La paz es posible, la paz es necesaria”, y refuerzan la idea con los cuatro pilares que en Pacem In Terris, proclamaba Juan XXIII, en la que indicaba que es urgente educar: la verdad, la justicia, el amor y la libertad.
Finalmente, la Iglesia de Rosario señala: “Cada uno desde su lugar tiene que sembrar semillas de amor y paz porque sólo una humanidad en la que reine la ‘civilización del amor’ podrá gozar de una paz auténtica y duradera”.