Durante los 40 días del tiempo litúrgico de Cuaresma que se ha iniciado este miércoles 22 de febrero, miércoles de Cenizas, y concluye el 2 de abril, domingo de Ramos, la Iglesia chilena invita a sumarse y aportar el fruto de privaciones penitenciales, como expresión del amor a quienes tienen más necesidad, a través de alcancías que se reparten en parroquias o en la alcancía digital de su página web.
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Los destinatarios de la campaña permanecen por 3 años, por lo que este 2023 continúan siendo familias vulnerables. El lema “Chile tiende la mano a las familias vulnerables” llama a tener la mirada puesta en ellos para la práctica de la caridad. Para definir este sujeto prioritario del ciclo 2022-2024, se llevó a cabo un proceso consultivo diocesano que identificó necesidades y prioridades socio-pastorales que luego fueron sugeridas en una terna a los obispos de Chile quienes aprobaron centrar la mirada en las familias vulnerables.
Disponer nuestra vida y nuestro corazón
En su mensaje el obispo de Rancagua, Guillermo Vera, dice que el tiempo de Cuaresma “serán 40 días de oración, de profundizar más la Palabra, de hacer obras de caridad y de servicio, que nos ayudarán a disponer de nuestra vida y nuestro corazón para celebrar el Misterio Pascual: la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo”. Agrega el obispo que “en Cuaresma se nos invita a vivir más el espíritu de oración, penitencia y caridad” y concluye invitando a que “vivamos Cuaresma de Fraternidad, pensemos en quienes más sufren y procuremos llevar un poco de alegría y de esperanza”.
El secretario ejecutivo de Cuaresma de Fraternidad, José Tomás Silva, explica que “este año la Campaña retoma su normalidad, ya que luego de tres años de funcionamiento parcial las parroquias y capillas vuelven a sus horarios habituales de funcionamiento. Esto nos permite llegar a más de 600.000 familias, desde Arica hasta Punta Arenas, para invitarlas a vivir más profundamente este tiempo litúrgico y como fruto de ello llevar a la práctica gestos de solidaridad hacia los demás”.
Por su parte, el presidente de la campaña, Moisés Atisha, obispo de Arica, señala que la recaudación del año 2022, que tuvo los mismos destinatarios, “nos permite que este año se inicie el trabajo de 28 proyectos a nivel nacional, beneficiando a 10.380 personas que están pasando por situaciones de mayor carencia y necesidad. Por ello, junto con agradecer los aportes, invitamos a seguir sumándose y tender la mano al otro”. Estos proyectos van en directo apoyo a familias más vulnerables de todo el país, y sus contenidos corresponden a estas líneas de acción: respuesta humanitaria, salud integral y recuperación de medios de vida.
Promover la solidaridad
El trienio anterior, 2019 a 2021, la campaña tuvo como lema “Tu aporte y el nuestro, Esperanza de todos”, teniendo como sujeto prioritario a migrantes. Se logró apoyar 65 proyectos en el país, beneficiando a 27 mil personas extranjeras que eligieron a Chile como su nuevo hogar.
Esta campaña se realiza desde 1981, cuando los obispos destacaron la importancia de promover la solidaridad entre los chilenos y, replicando experiencias de otros países, especialmente europeos, acordaron desarrollar esta acción cuaresmal que se llevó a cabo por primera vez en 1982 en un contexto económico, social y político muy difícil, marcado por la continuidad de la dictadura militar y una fuerte crisis económica que trajo consigo muy altos índices de cesantía y pobreza.
Desde esa fecha y hasta hoy, Cuaresma de Fraternidad se ha desarrollado de manera ininterrumpida, haciendo un llamado decidido a mirar a nuestro alrededor e ir en ayuda de aquellas personas y comunidades que se encuentran en situación de mayor necesidad.
Del total recaudado, cada diócesis dispone del 60%, entregando al organismo nacional el 40%, del cual el 10% financia los gastos de publicidad, materiales y otros; y el 30% constituye un fondo nacional. Este fondo nacional tiene carácter solidario y redistributivo ya que permite financiar proyectos sociales y pastorales de intervención desarrollados por diversas instituciones y fundaciones de Iglesia en todo Chile y que cuentan con el respaldo de sus respectivas diócesis. Por tanto, ese dinero vuelve a las diócesis redistribuido de manera solidaria.