En cuanto se iniciaron los incendios forestales en la zona, el párroco Ricardo Valencia, de la parroquia Inmaculada Concepción en Santa Juana, llamó a integrantes de sus comunidades y organizó grupos de voluntarios que se han encargado de coordinar y atender las necesidades, recibir y organizar las donaciones, visitar familias damnificadas realizando un catastro de afectados, llevar ayudas, preparar y servir la comida a los voluntarios, entre tantas otras labores. Se han sumado más personas. Todos siguen firmes en su ayuda.
En la tarde del viernes 3 de febrero sonaron las alarmas de evacuación en el pueblo de Santa Juana. Sus casi 14 mil habitantes sabían del avance que estaban teniendo los incendios forestales en esa zona de la región del Bío Bío, pero el viento agravó la situación y el fuego se propagó con más rapidez. Santa Juana y Nacimiento, ambas ciudades en la ribera sur del río Bío Bío, a 50 kilómetros de distancia una de otra, estaban en la línea de fuego. Se decretó Alerta Roja y orden de evacuación.
En menos de 8 horas la situación se descontroló. Zona de bosques, falta de agua, onda de calor excepcionalmente alta, viento. Ese día en Chile había 204 incendios forestales activos que dejaron 13 víctimas fatales, de las cuales 11 eran de Santa Juana. Y estos números aumentaron a medida que pasaron los días.
Pocos días después, la alcaldesa Ana Albornoz informó que en la comuna de Santa Juana había 4.500 damnificados y se habían quemado 14 mil hectáreas.
La comunidad parroquial continuaba, con más y nuevos integrantes, sin descanso en sus tareas de apoyo. María Fuentes, encargada de Pastoral Social, dijo que “llevamos más de quince días sin parar” desde las 9 de la mañana a las 10 de la noche y agradeció “el trabajo incondicional” de la comunidad.
A pocos días de iniciada esta tragedia, el arzobispo de Concepción, Fernando Chomalí, publicó un comentario que inició con este diagnóstico: “Decenas de personas fallecidas, cientos de heridos, pérdidas materiales incalculables, el trabajo de toda una vida convertido en cenizas, muchos sueños truncados y cientos de miles de puestos de trabajo menos, es el resultado de los incendios que tienen en ascua a la población en el sur de Chile”.
Chomalí agregó: “Notable es ver a los jóvenes que salen con palas y picotas al campo para hacer corta fuegos. Los bomberos con muy pocos medios demuestran su compromiso y profesionalismo minuto a minuto, y sin dar tregua. Gracias. Notable es ver a las parroquias organizadas en torno a las necesidades más urgente de la población, lo mismo que otras iglesias, clubes deportivos y tantas otras instituciones.”
Al cabo de dos semanas, el párroco Valencia afirmó que “ya estamos en una segunda etapa de la emergencia”, pues “gracias a Dios, los fuegos están controlados por primera vez en más de una semana y eso nos hace no tener que correr como locos a salvar vidas, tampoco llegar con las primeras ayudas”.
Detalló que realizaron al menos 1.200 visitas durante los primeros días, luego 400 visitas sistemáticas de seguimiento y han llegado con ayuda a cerca de 1.500 hogares. “Hemos recorrido todos los caminos de Santa Juana, es una certeza moral porque no tenemos la certeza empírica, pero nos da la tranquilidad de que podemos ahora empezar a acompañar casos de personas con muy pocas redes de apoyo”, agregó el párroco.
Señaló que hay familias sin redes de apoyo porque han vivido en los campos y tienen una familia muy pequeña, entonces “nadie los va a acompañar durante este tiempo”.
Ante esto, el equipo parroquial diseñó la campaña “Apadrina a una familia damnificada”, que invita a acompañar durante dos o tres meses a una familia respecto a la que se habrá comprobado que viven en situación de vulnerabilidad, y sus casos han sido visados por los presidentes de las juntas de vecinos o por los encargados de la comunidad católica del sector.
Valencia sigue estimulando la solidaridad: “no basta el agua, no bastan los alimentos o la ropa, sino que necesitamos aprender a construir el futuro y eso es mejor hacerlo juntos. Lo que le pedimos a estas familias es que tengan la capacidad de generar una red de contactos que apoye a una familia concreta”.
Por su parte, Cáritas Chile activó la campaña “Enfrentemos esta catástrofe juntos” llamando a la solidaridad en todo el país y puso en marcha sus redes de contactos. Así se estableció una ayuda a Santa Juana con aporte de USAID/BHA, la oficina de asistencia humanitaria de la agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, con el lema “Unidos para dar esperanza”.
El lunes 20 llegaron hasta Santa Juana a entregar cupones canjeables en el comercio local para adquirir productos. Erin Magee, Asesora Regional de USAID/BHA señaló que: “Sabemos que la situación ha sido muy dura para la comunidad y estamos con ustedes, sepan que no están solos, el trabajo con Cáritas Chile nos facilita para acercarnos a la comunidad afectada y conocer sus necesidades, por eso estamos hoy aquí realizando este primer aporte”.
Inés Olate, beneficiada con el aporte, dio su testimonio: “Lo perdí todo, mi casa, mi plantación, quedé de brazos cruzados. Somos muchas familias, vecinos que perdieron sus casas, material de trabajo, herramientas. Por eso llamo a las personas para que sigan apoyando a Cáritas Chile, porque este aporte que nos entregan hoy es muy valioso para ayudar a levantarnos”.
En esa ocasión el párroco Valencia expresó que: “Nunca habíamos tenido una tragedia de esta magnitud, estamos de duelo por todas las vidas que hemos perdido en esta emergencia y también por lo que estamos viviendo, todos estamos damnificados y por eso tenemos que seguir trabajando para que la comunidad vuelva a levantarse”.
Mientras siguen trabajando los cientos de voluntarios de la parroquia, reciben también donaciones desde todo el país. María Fuentes, encargada de pastoral social en la parroquia, indica la principal necesidad actual: “hoy lo importante es que ellos tengan una mediagua (vivienda provisoria) donde poner sus cosas. La necesidad inmediata es tener un lugar donde ellos puedan cobijarse, ya se están poniendo heladas las noches y nuestros hermanos están pasando frío”, dice María.
Para atender esta necesidad han abierto la nueva campaña ‘Reconstruyamos la Esperanza’ para recibir material de construcción, aportes en dinero y todo lo necesario para dar cobijo a quienes han perdido todo.