El pontífice acude a la proyección del documental ‘Freedom on Fire: Ukraine’s Fight for Freedom’ junto a refugiados y miembros de la comunidad ucraniana de Roma
Coincidiendo con el primer aniversario del inicio de la invasión de Ucrania por parte del Ejército Ruso, el papa Francisco asistió en el Vaticano a la proyección del documental ‘Freedom on Fire: Ukraine’s Fight for Freedom’(‘Libertad en llamas: la lucha de Ucrania por la libertad’). Una obra audiovisual presentada en la Mostra de Venecia del director Evgeny Afineevsky. A esta proyección asistieron unos 250 invitados entre refugiados y miembros de la comunidad ucraniana de Roma, acompañados por el cardenal Konrad Krajewski, Limosnero Apostólico, y representantes de asociaciones de voluntarios según ha informado la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Una de las refugiadas presentes, Natalya Yemchenko, ha señalado en sus redes sociales que ha regalado al Papa un brazalete de acero de ‘Azovstal’, uno de los símbolos de la resistencia ucraniana. Yemchenko, que también pudo entregar en nombre del Ayuntamiento de Mariupol una lista de los ucranianos de la ciudad capturados pidió oraciones al pontífice por esta población.
La proyección, que se celebró el Aula Nueva del Sínodo, acabó con unas palabras espontáneas del Papa que señaló que “cuando Dios hizo al hombre, dijo que sometiera la tierra, la hiciera crecer, la hiciera bella. El espíritu de la guerra es lo contrario: destruye, destruye, no la dejes crecer, destruye a todos, hombres mujeres, niños, ancianos, a todos”.
Francisco recordó que “hoy se cumple un año de esta guerra” e invitó: “Miremos a Ucrania, recemos por Ucrania y abramos nuestros corazones al dolor. No nos avergoncemos de sufrir y llorar, porque una guerra es destrucción, una guerra siempre nos disminuye. Que Dios nos haga comprender esto”, señaló.
Finalmente el Papa concluyó rezando: “Padre Santo, que estás en los cielos, mira nuestras miserias, mira nuestras heridas, mira nuestro dolor, mira también nuestro egoísmo, nuestros bajos intereses y la capacidad que tenemos de destruirnos. Sana, sana nuestros corazones, sana nuestras mentes, sana nuestros ojos para que vean la belleza que Tú has hecho y no la destruyan en el egoísmo. Siembra en nosotros la semilla de la paz. Amén”.