En medio de un juicio, el de las finanzas de la Secretaría de Estado, que parece interminable, el papa Francisco ha inaugurado solemnemente el 94 Año Judicial del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano. Una audiencia que se ha celebrado en el Aula de las Bendiciones del Palacio Apostólico y en la que el Papa saludó también al ministro de justicia italiano, Carlo Nordio.
- PODCAST: Parroquias en salida
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Francisco agradeció el “generoso y competente compromiso con la administración de justicia” del personal de los tribunales vaticanos y alentó “fomentar el conocimiento y el diálogo” con los magistrados italianos. El pontífice también se refirió a las ocasiones que la pandemia impidió celebrar este acto. “Esperábamos y trabajábamos por dejar a un lado el egoísmo y el afán de lucro para intentar empezar de nuevo juntos, a escala nacional y supranacional, demostrando sentido de la responsabilidad y capacidad de colaboración”, señaló el Papa, añadiendo que “gracias a Dios, en muchas partes del planeta y en muchas iniciativas, esta esperanza y este deseo han encontrado una realización concreta, con creyentes y no creyentes trabajando codo con codo”.
Restablecer la paz
También se refirió al “estallido del conflicto en Ucrania y su trágica evolución” que “volvieron a sumir al mundo entero en una profunda crisis, agravada por los múltiples brotes de guerra que siguen estallando también en otras naciones”; ante lo que apeló a desarrollar “el anhelo de paz y justicia”. “Fortalece en nuestra conciencia, hasta hacerse imperativa, la necesidad de dar testimonio para ayudar a construir la paz y la justicia”, apuntó.
Para Francisco, “todo compromiso por la paz implica y exige un compromiso por la justicia. La paz sin justicia no es verdadera paz, no tiene fundamento sólido ni posibilidad de futuro. Y la justicia no es una abstracción ni una utopía”, sentenció. Una tarea que “se confía de modo eminente a la responsabilidad de quienes se dedican al ámbito judicial, para hacer posible el restablecimiento de la paz violada entre los distintos sujetos de la comunidad en litigio entre sí y dentro de la comunidad”.
Justicia y misericordia
Aplicado a los tribunales vaticanos, Bergoglio señaló que al “resolver litigios civiles o penales” se hace “sobre la base de un complejo entramado de fuentes canónicas y civiles, como el previsto por el sistema vaticano, cuya aplicación requiere conocimientos específicos” como ha sido el caso de los juicios sobre “el ámbito de la gestión patrimonial y financiera”. “Aquí hay que ser claros y evitar el riesgo de ‘confundir el dedo con la luna’: el problema no son los juicios, sino los hechos y las conductas que los provocan y los hacen dolorosamente necesarios”, reclamó el pontífice reivindicando la misión de la Iglesia y su transmisión del amor de Dios.
Por ello recomendó el discernimiento como una “actitud de misericordia y cercanía” con la que “estamos llamados a mirar a nuestros hermanos y hermanas, especialmente cuando se encuentran en dificultades, cuando cometen errores, cuando son sometidos a la prueba del juicio. Una prueba que a veces es necesaria, cuando se trata de constatar conductas que empañan el rostro de la Iglesia y suscitan escándalo en la comunidad de los fieles”, apeló reivindicando el principio de “equidad, que puede favorecer la búsqueda del necesario equilibrio entre justicia y misericordia. Misericordia y justicia no son alternativas, sino que caminan juntas, procediendo en equilibrio hacia el mismo fin, porque la misericordia no es la suspensión de la justicia, sino su cumplimiento”, concluyó.