“Una Iglesia sinodal es una Iglesia misionera de Cristo, que anuncia el Evangelio y sirve al mundo, porque si no servimos al mundo, nadie creerá en el anuncio del Evangelio”. Así lo expresó Jean Claude-Hollerich, cardenal arzobispo de Luxemburgo y relator general del Sínodo de la Sinodalidad, durante la clausura de la etapa continental en Asia, celebrada del 23 al 27 de febrero en el Baan Phu Waan, el centro de formación pastoral de la archidiócesis de Bangkok (Tailandia).
El purpurado se sirvió de las encíclicas ‘Laudato si” y ‘Fratelli tutti’ del papa Francisco para recordar qué significa “servir a la creación, a la Madre Tierra”, y hacerlo “junto con las otras religiones”, según recoge Vatican News.
Para Hollerich, Asia “es el continente menos individualista del mundo”, es muy consciente del valor de la “comunidad”, mucho más que Europa. Pero Asia es también la tierra con “el mayor número de especialistas” en tecnología, y el riesgo ligado al exceso de digitalización es el del “individualismo”. Por tanto, es aquí donde la Iglesia puede y debe incidir con un testimonio de tipo sinodal que muestre por su especificidad la belleza de una convivencia real, frente a ciertas relaciones mediadas por una pantalla.
En el comienzo de su discurso, en un tono musical, el cardenal se detuvo en la palabra “sinfonía”: “Significa que muchos instrumentos diferentes, con sonidos diferentes, producen juntos un bello sonido” y para llegar a ello se requiere “una cierta disciplina, de lo contrario no funciona”. “La conversión sinodal –continuó– es cómo debemos afinar nuestros instrumentos” a Cristo, lo que “significa poner un poco atrás nuestro ego”, porque “no hay sinodalidad sin humildad”.
Esta humildad, según Hollerich, conduce a la posibilidad de “trabajar juntos”. “Siento que habrá una nueva primavera del ecumenismo basado en el bautismo. Porque antes estábamos muy atascados en la comunión. Con el bautismo –y en el credo hablamos de bautismo, no de comunión–, redescubrimos un momento de identidad que es muy importante para ser cristiano”, concluyó.
Por su parte, el cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Yangon y presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia (FABC), señaló, durante la misa de clausura, que “el camino sinodal es un poco como el camino de Jesús en el desierto, exigente pero necesario. Sólo es necesario porque permitirá a la Iglesia dar mejor testimonio del Evangelio a través de un proceso de escucha, encuentro y discernimiento”.