92 representantes de la zona bolivariana y andina: Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela, se han encontrado para avanzar en el camino sinodal
Continúa el itinerario del Sínodo de la sinodalidad, que el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) abandera por regiones en América Latina y el Caribe para recoger los aportes de la etapa continental
Por ello, del 27 de febrero al 03 de marzo, 92 representantes de la zona bolivariana y andina: Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela, se han encontrado, para celebrar la tercera asamblea de cuatro, en Quito, capital de Ecuador, y mediante la metodología de conversación espiritual avanzar en el camino sinodal que ha propuesto el papa Francisco hasta 2024.
Luis Cabrera, presidente de la Conferencia de obispos de Ecuador, en la bienvenida expresó a los participantes su cercanía, porque “es una bendición conocer de modo directo las experiencias de ‘caminar juntos’ que cada una de las delegaciones nos van a comunicar, iluminados por el Espíritu Santo, en esta gran tarea de ser portadores de la buena noticia”.
Miguel Cabrejos Vidarte, presidente del CELAM, en su discurso de apertura, destacó la importancia de la escucha del Espíritu, puesto que “si no tuviéramos la certeza de que el Espíritu habla a la Iglesia y lo hace en virtud de la unción dada en el bautismo, la consulta se reduciría a una encuesta”.
De tal forma que “el mismo Espíritu no sólo santifica y dirige al Pueblo de Dios mediante los sacramentos, los misterios o adornándole con virtudes, sino que también distribuye las gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, entregando a cada uno según considera”.
El prelado ha celebrado la iniciativa del Papa de realizar el Sínodo en distintos niveles: diocesano, continental y mundial: “En cada nivel la sinodalidad debe adaptarse a un contexto diferente, sin perder la prioridad con la que el que Papa convocó el Sínodo y propuso trabajar para y por la comunión, la participación y la misión”.
Cruz María Piña, presidenta de la Conferencia nacional de religiosos de Ecuador, ratificó el compromiso de la vida consagrada “en seguir tejiendo unidad y comunión en el corazón de nuestras Iglesias locales, nuestras comunidades religiosas y familias humanas y cristianas”.
Está esperanzada por este encuentro por cuanto “nos alienta la belleza de la diversidad de colores de nuestros ministerios bautismales, condición de posibilidad que nos permite recrear la mística de la fraternidad, desde el dinamismo de lo inter (generacional, cultural, congregacional), de la profecía de la participación y la entrega martirial de nuestras vidas”.
Para la religiosa resulta clave devolver “la frescura evangélica a nuestra vocación e invitándonos a retomar a ‘nuestra Galilea’ original y originante”, que vayan “más allá de la angustia, la desesperanza, la injusticia y la desigualdad que rondan las realidades sociales y territoriales de los países andinos”.
Foto: CELAM