Chiapas es el segundo estado mexicano con más pobres, después de Oaxaca, pues de acuerdo con un estudio de la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado, el 22% de los chiapanecos viven en las peores condiciones de pobreza.
Vida Nueva entrevistó al obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas (en el estado de Chiapas), Rodrigo Aguilar Martínez, quien habla de manera general sobre la pobreza en el país, y de manera particular en el estado de Chipas, donde la Iglesia brinda una atención integral para mejorar las condiciones de vida de 2,500 comunidades.
Esta propuesta integral de la Iglesia en San Cristóbal de las Casas –explica el obispo- está basada en seis ejes o pilares, que son: Iglesia Autóctona, Servidora, Evangelizadora, Liberadora, En Comunión y Bajo la guía del Espíritu.
PREGUNTA. – De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), organismo regional de las Naciones Unidas, México se ubica como el quinto país más pobre de Latinoamérica, ¿cuál es su opinión al respecto?
RESPUESTA.- Nos hemos rezagado y nos hemos dejado rezagar. Hay una riqueza importante en los pueblos de América Latina, como la hay en el extenso territorio que es México, con su diversidad social, cultural y de ecosistemas. El despojo ha sido grande, la inclemencia del sistema se asentó sobre las causas del empobrecimiento: la corrupción y acaparamiento de la riqueza, la desigualdad de oportunidades para la educación y el empleo, los programas asistencialistas que intentan aliviar los síntomas de la pobreza sin atender los orígenes del rezago, provocan conflictos y división en las comunidades generándose mayor dificultad para la organización y la participación colectiva.
Es evidente que la migración se convirtió en una salida y en la mejor oportunidad para mejorar las condiciones económicas debido a las remesas; sin embargo, no implica que se genere un verdadero desarrollo ni produzca los cambios estructurales necesarios, antes bien produce una economía que mayoritariamente alimenta al sistema capitalista; seguimos viendo malnutrición, abandono escolar, alcoholismo, drogadicción, mal uso de las tecnologías, ausencias y vacíos en la familia.
La precarización social se ha profundizado con la incursión del narcotráfico, el tráfico y la trata de personas con un Estado ausente.
P.- ¿Hay preocupación en la Iglesia en torno a esa realidad; cuál es el granito de arena de la Iglesia en la solución a esa problemática?
R.- El papa Francisco nos ha interpelado en la VI Jornada Mundial de los Pobres 2022. Al centro de las preocupaciones de la Iglesia están los excluidos, quienes tienen hambre de pan y de justicia, Jesús en el Evangelio nos llamó a ponerlos en el centro, “denles ustedes de comer”, señaló a los discípulos, comieron todos, se saciaron y en la colectividad se expresa la abundancia para continuar el compartir solidario. (Cfr. Lc 9, 11-17)
El Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, son una fuente inagotable para ahondar en la conciencia y en la puesta en marcha del compromiso a través de las obras sociales, de caridad, humanitarias, la Iglesia busca dar respuestas concretas a las realidades concretas, de manera coordinada a través de las Cáritas en la asistencia humanitaria, la promoción del desarrollo comunitario como en la atención a emergencias; de las obras sociales en favor de las personas migrantes, desplazadas, solicitantes de refugio como albergues, comedores, dormitorios; promoviendo, animando, apoyando la construcción de alternativas diocesanas y parroquiales para el desarrollo humano, comunitario y ecológico, la salud alternativa, la defensa de los derechos humanos, la participación activa de las mujeres y los jóvenes, la ecología y la construcción de una pastoral para la paz.
P.- La diócesis de San Cristóbal de las Casas tiene muchos ejemplos de pobreza, ¿a qué los atribuye y cuál es la contribución de la Iglesia para las familias que viven en pobreza?
R.- La diócesis de San Cristóbal de las Casas es un territorio estratégico, a lo largo y ancho de sus corredores nos encontramos con una enorme riqueza en biodiversidad, culturas, lenguas, tradiciones, bellezas naturales y una gran extensión de frontera con el vecino país de Guatemala.
Sobre las condiciones del territorio han estado presentes distintos intereses económicos, de explotación y extractivistas, marginando cada vez más a la población de los beneficios de la agricultura, hídricos y energéticos.
Las grandes distancias y caminos rurales, han sido considerados una dificultad para que el Estado llegue a favorecer el acceso de bienes y servicios básicos, de asistencia integral y de calidad a la que tienen derecho como la salud, la educación y la justicia.
La migración del campo a la ciudad ha dejado desprotegidos los territorios, los valores comunitarios, la reintegración de los saberes y de la profesionalización, al mismo tiempo que va sobre poblando las pequeñas y grandes ciudades donde se enfrentan a la falta de empleo, ofertas engañosas y no pocas veces pérdida de sentido.
Tanto en el campo como en la ciudad se va acrecentando el involucramiento en grupos delincuenciales o del crimen organizado con ganancias ilícitas que siguen empobreciendo a las familias y pueblos, provocando fuertes desplazamientos y hechos de violencia continuados que atentan contra la vida y la integridad.
Frente a ello, el proceso diocesano, las áreas pastorales, los cargos comunitarios y dentro de la Iglesia, siguen siendo un servicio para el bien común, las líneas prioritarias son la opción por los pobres, por la Madre Tierra, las mujeres, los jóvenes y la construcción de la pastoral de la paz.
El Pueblo Creyente, instancia diocesana coordinada por laicos representantes de todas las parroquias, comparte y analiza la realidad, encarna las luchas y propuestas pastorales trayendo y llevando la palabra hasta los últimas y más alejadas de las comunidades.
Los catequistas, diáconos permanentes y demás servidores, desde su pobreza sostienen la vida de fe y de la comunidad por medio de su participación comprometida, entrega en el servicio, solidaridad y acompañamiento en los sufrimientos, desde la lectura y reflexión compartida de la Palabra de Dios, celebraciones, fiestas patronales y peregrinaciones en las que se denuncia proféticamente lo que atenta contra la vida y la muerte.
A partir de la Teología India, que profundiza sus raíces en El Evangelio, se sigue recuperando la espiritualidad de los pueblos y su experiencia de Dios en armonía con la naturaleza y con los hermanos.
La Iglesia de San Cristóbal de las Casas tiene una historia de persecución precisamente por las opciones en defensa de la vida, el territorio y los derechos humanos, estas luchas no han terminado.
La dignidad, la identidad y la libertad están en el corazón de los pueblos, son un presente, no se ha destruido la raíz, brotan signos de vida, pequeños y frágiles, aún dispersos, defensores de la vida y del territorio, de la Madre Tierra, de los derechos humanos, mujeres y hombres de todas las edades son promotores de la esperanza.