El papa Francisco ha prologado un libro entrevista al cardenal Lazarus You Heung-sik, prefecto del Dicasterio para el Clero. Un volumen que con el título ‘Como el rayo que viene de oriente’ el cardenal surcoreano narra sus experiencias. “Jesús es la luz enviada por el Padre en las noches oscuras de la humanidad. Él es la aurora que Dios quiso suscitar cuando aún caminábamos en tinieblas”, escribe el pontífice en el texto difundido por los medios vaticanos.
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Mirar a Oriente
Para el Papa, “aunque a veces andemos a tientas en la oscuridad y carezcamos de ‘visión’, siempre hay esperanza para nosotros” señala citando alguna escena bíblica. Por eso, añade, “animada por esta esperanza, la Iglesia, en su tradición teológica y litúrgica, se ha dirigido siempre a Oriente y nos invita a mirar allí, porque de Oriente surge la luz, el sol de justicia, la estrella resplandeciente que es Cristo”.
Francisco advierte que “Jesús sigue siendo hoy un escándalo, un signo de contradicción que desafía nuestras seguridades y sacude nuestros corazones para que no quede paralizado por el miedo, aprisionado en la hipocresía o endurecido en el pecado”. Ante esto, “la alegría del Evangelio, en efecto, al mismo tiempo que nos consuela y nos levanta, es también una profecía que nos pone en crisis, que sigue perturbando las lógicas del poder humano, los cálculos mundanos, las armas de la opresión, las lógicas de la división y de la ambigüedad”.
Una Iglesia joven
Hablando del cardenal Lazzaro You Heung-sik, el Papa destaca que “Con su trato amable y afable, nos permite captar los frutos de una fe sembrada en tierra de mártires y brotada con sencillez gracias al testimonio gozoso de una Iglesia viva. Y a partir de la historia que poco a poco va tomando forma, podemos vislumbrar el camino para seguir siendo, todos nosotros, una Iglesia fiel a Jesús y a su Evangelio, alejada de toda mundanidad”.
Por eso alaba que trace “el retrato de una Iglesia joven y emprendedora, nacida de los laicos, que se hace instrumento de esperanza y compasión, atendiendo a los que están heridos; el retrato de un ministerio sacerdotal que necesita regenerarse a la luz del Evangelio, vaciándose de todo clericalismo y repensándose ‘junto’ y ‘con’ los hermanos laicos, en comunidades sinodales y ministeriales”.