PPC Editorial y Vida Nueva, en colaboración con el Banco Sabadell y el despacho de abogados Pérez-Llorca, han celebrado en la tarde de este jueves 2 de marzo el VII Encuentro Vida Nueva, bajo el título ‘Diez años con Francisco, ¿evolución o revolución?’.
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El acto, que ha tenido lugar en la sede madrileña del bufete, ha llenado el aforo (120 asistentes, además de quienes lo han seguido a través de nuestro canal de Youtube) y ha servido para presentar el libro ‘Historia de los papas’, editado por PPC y cuyo autor es el sacerdote e historiador de la Iglesia Juan María Laboa. Además de este, han participado en el coloquio, moderado por José Beltrán, director de Vida Nueva, la jueza y ex alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y el secretario general de la Conferencia Episcopal, Francisco César García Magán.
El primero en muchos sentidos
La reflexión sobre estos diez años de pontificado del papa Francisco, elegido el 13 de marzo de 2013, ha empezado preguntándose si Bergoglio, el papa número 266 en la historia de la Iglesia, será o no recordado de un modo especial. Desde luego, parece claro que el primer latinoamericano y jesuita de la Historia en calzarse las sandalias del Pescador no será uno de los llamados pontífices “de transición”… Y es que también ha sido el primero en elegir el nombre de Francisco, en honor al santo de Asís.
Desde su amplio conocimiento, Laboa ha reivindicado que “la Iglesia es la única institución que ha durado 2.000 años”, siendo la suya “una historia de continuidad, pecado y gracia”, asombrando cómo ha sabido mantener sus “ideales”.
Entre los sietes papas que él ha conocido, desde Pío XII, “todos han tenido una relación importante con España”, siendo la realidad que “los más importantes” han sido a veces “mal vistos” desde nuestro país.
De ellos, establece una clara relación entre “Juan XXIII, Pablo VI y Francisco”. Respecto al actual, “su gran novedad es que nos dice que es el momento de volver a Cristo y al Evangelio sin las florituras que a lo largos de los siglos hemos ido añadiendo”.
Como “no creyente”
Carmena, desde una posición de “no creyente”, pero como alguien con una amplia experiencia al servicio de los ciudadanos y que ha compartido varios momentos de encuentro con Bergoglio en el Vaticano, se reconoce fascinada por su figura. Hasta el punto de que “encontré en él una coincidencia que reforzó mi sentimiento de pertenencia a la familia humana”, por lo que le estoy “agradecidísima”.
Tras conocerle en un encuentro que el Papa organizó en Roma con alcaldes de todo el mundo para reflexionar sobre la prostitución, destaca que “nos caímos bien, iniciándose así una relación personal”. Lo que ha ilustrado con una anécdota personal: al regalarle en unas navidades un crisma navideño en el que aparecía Carlos III, Bergoglio le respondió con sorna diciéndole que le tuviera “buena onda”, pues ese fue “el Rey que expulsó a los jesuitas de España”.
En este sentido, ha valorado de su magisterio su preocupación por la cuestión migratoria, siendo “nuestra inhumanidad” algo por lo que “nos juzgará la Historia”. Y, aquí, el Papa es “el único en condenar esto” con total claridad y desde su altura moral. Cuando ella promovía políticas en defensa de los refugiados y muchos la criticaban, ella “sentía que el suyo era mi principal respaldo”.
La buena política
Por ello, Carmena también ha valorado que Francisco sea un representante eclesial que no teme reconocer que trata de hacer “política”, en el sentido de promover el “bien común”, destacando que “en su última encíclica habla de la amabilidad”, algo que “considero necesario” en la función pública, reflejando “una autoridad empática”.
Así, cuando la llaman con desdén “buenista”, se mira en el espejo y se niega a ser “malista”, pues “la bondad es esencial para ejercer la buena política”.
Por su parte, García Magán ha señalado “las tres actitudes” que hemos podido ver en el pueblo de Dios en estos diez años de pontificado: “Sorpresa, admiración y escucha”. Tras la “sorpresa inicial” al ver cómo su elección “descentralizaba” la Iglesia al ser el primer papa latinoamericano, muchos dieron paso a “la admiración” por sus “iniciales gestos”, propios de “una Iglesia pobre y para los pobres”. Ahora, el reto es que canalice “una escucha” que “se abra a creyentes de otras religiones” y a quienes “buscan con un sentido trascendente en medio de situaciones dolorosas” como la guerra o la crisis de los refugiados.
Novedad desde la continuidad
Para el obispo auxiliar de Toledo, desde esta “novedad en el ser y en el hacer”, la comunidad cristiana entera se siente heredera “de 2.000 años de historia”, siendo hoy pastores y laicos unos “eslabones” que remarcan esa tradición. Algo que se refleja “en las diferencias” entre los papas de este siglo, cada uno con sus peculiaridades y, siempre, “desde esa continuidad en lo fundamental: la evangelización”.
“¿Qué es para nosotros el Papa?”, se ha preguntado Laboa. Y se ha respondido que “es el primer obispo de Roma”, viniéndole su legitimidad, precisamente, de su condición de “primera piedra de la Iglesia”, teniendo la de Roma “mayor responsabilidad” que otras comunidades. Algo que es importante recordar, ya que “venimos de unos años de confusión”, pensando muchos que, viviendo Ratzinger, “había dos papas”.
Acabado este “equívoco”, pues es claro que, “cuando un papa dimite, deja de serlo”, ahora debe iniciarse una etapa en la que “cedan en su presión quienes, por interés, han opuesto un papa a otro”, generando una malsana “división”. Guste más o menos a unos y otros, “Francisco tiene toda la autoridad” y “no se puede ser cristiano de verdad sin respetar al sucesor de Pedro”.
Desconfianza hacia el progreso
Carmena, consciente de estas divisiones en el seno de la Iglesia, ha lamentado que “la guerra desata unas pasiones inconfesables”. Siendo la realidad que “la Iglesia ha sentido generalmente desconfianza hacia el progreso”, ha tenido su parte “positiva” al “preservar ciertos aspectos” que merecen la pena conservar.
Habiendo que “analizar este conservadurismo histórico de la Iglesia”, también es “incuestionable” que “los derechos humanos, que son la esencia del cristianismo, son la gran conquista de la sociedad”. “¿De dónde procede la empatía?”, se ha cuestionado. Y ha apuntado que el cristianismo no ha sido “ajeno” a esta revolución silenciosa.
García Magán ha apuntado que, “últimamente, las bulas con los nombramientos episcopales los firma el Papa en San Juan de Letrán y no en san Pedro, lo que es todo un signo”. Además, ha invitado a Carmena a leer “el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”, encontrándose en él “grandes propuestas en materias de avance laboral y social” que incluso muchos grupos de izquierdas “no se atreverían hoy a implementar”. También, en pleno franquismo, “la primera ley de libertad religiosa vino impulsada por los obispos”.
El ruido de la crítica
Lamentando que “la crítica hace más ruido” que la entrega silenciosa, el obispo rechazó “posicionamientos antieclesiales” que son “un absurdo teológico”. Eso sí, ha matizado, bulle hoy con más fuerza “la sinodalidad”, como reflejó el reciente Congreso de Laicos.
Así, “las comunidades cristianas en España se están comprometiendo contra los abusos”, un “problema social” que “también ha manchado a la Iglesia”, siendo siempre “execrables” todos estos crímenes. Un “esfuerzo pastoral” que refleja “un camino aún por recorrer”, pero en el que “el Sínodo” es un gran instrumento para ello.
Al pedírsele que identifique a Francisco con un concepto, Laboa ha reivindicado que “es el Papa del Concilio”, por lo que también es “un revolucionario”. Y es que “el cambio real es el Concilio; el gran olvidado de muchos, como si fuera el de Trento…”. Así, refleja que “la Iglesia no es europea, sino universal”.
El legado de Pablo VI
Fue impulsado, en definitiva “por Pablo VI, un hombre del Espíritu, que lo llevó adelante”. Tras plasmar “la libertad de conciencia”, lo que supuso “la gran ruptura con el mundo anterior”, este sentimiento, “mal visto en Europa y aún más en España”, fue cuestionado por muchos en la propia Iglesia, generando una honda crisis cuyas consecuencias han llegado hasta hoy. De ahí el gran acierto de Francisco al recuperar con autenticidad su “apuesta por lo esencial y no por lo accesorio, enseñando a vivir como lo hacía Jesús”.
Para Carmena, Bergoglio es “el papa del humanismo”. Entre otras cosas, porque sabe que “las mujeres y el feminismo hemos cambiado el mundo”, mientras que la Iglesia, “todavía no” ha apostado por ello completamente. Eso sí, “con él, se va superando esto, para dejar atrás el sectarismo”. “La Iglesia necesita la misma capacidad de liderazgo en las mujeres que en los hombres; no puede quedarse atrás”, ha concluido.
García Magán, apelando a que “lo esencial es el encuentro con Cristo, el único transformante”, ha recordado que Francisco “ha hablado de que el camino de la Iglesia es el del hombre”, pues “Dios se hizo hombre”.
Más mujeres… en todos los ámbitos
Sobre “la asignatura pendiente de las mujeres”, el Papa “ha roto esquemas en la Curia” y “ha colocado a mujeres en puestos de decisión; los demás vamos a rebufo, pero seguimos en ese camino. Hay que avanzar, en todo: ojalá hubiera más mujeres haciendo teología, derecho canónico, historia de la Iglesia… En esa igualdad de derechos, en esa riqueza de la diversidad, todos crecemos y avanzamos en ese camino”.
Por eso, el obispo ha reclamado que Francisco es “el Papa de la sinodalidad y el de la ecología integral”. Toda una “propuesta retadora”.
Foto: Jesús G. Feria