‘Lorca por Saura’ es el montaje escénico póstumo del cineasta aragonés recientemente fallecido, protagonizado por la cantante India Martínez. Es la cordobesa quien encarna al poeta en un intento de universalizar de modo atemporal al escritor. La obra estará en el Teatro Infanta Isabel hasta el 19 de marzo antes de caminar por toda España. Una obra escrita en colaboración con Natalio Grueso (escritor y biógrafo del cineasta en ‘Carlos Saura. En busca de la luz’ –Berenice–) y que resulta un verdadero regalo para los sentidos.
PREGUNTA.- Meterse en la piel de Lorca no es cualquier cosa. ¿Por qué quiso Saura que fuera una mujer?
RESPUESTA.- Me dijo en la primera charla en casa que debía ser una figura universal, sin género y atemporal, y que el teatro nos daba esa licencia. Me pregunté si la gente vería a Lorca en mi piel y parece que ha resultado.
P.- Saura no pudo estar en el estreno. ¿En qué pensaron cuando terminó la primera función?
R.- Sentía que nos estaba viendo y que se sentía completo con esta obra que quería culminar. Pero me dio penita y nostalgia no poder agarrarle de la mano cuando el público nos ovacionó. Ver a sus hijos emocionados… delante del ministro y del presidente del Gobierno y de un teatro abarrotado… ¡pero faltaba él!
P.- ¿Qué no olvidará de él?
R.- La mirada llena de ilusión y de ganas de seguir aprendiendo. Yo pensaba, “si lo tiene todo hecho, ¿cómo tendrá tanta capacidad de sorpresa?”. Yo quiero ser algún día como él. No perder esa mirada ni dejar de hablar ese idioma que compartimos juntos, regalándonos libros, pinturas… Quería seguir aprendiendo cuando de él solo se podía aprender.
P.- De todo el recorrido lorquiano, ¿qué parte es la que más le emociona interpretar?
R.- Hay muchos, pero, sobre todo, el final es sobrecogedor: cantar ‘Al Alba’ de Aute, y mi recitativo que escribió Natalio. Es tremendo. Esa fue la canción que le canté a Saura en el tanatorio el día que le despedimos.
P.- ¿Con qué se queda de Lorca?
R.- Sí y me quedo con el Lorca lleno de luz. De elegancia. De alegría. El Federico festivo, y no el dramático, que es el menos recordado. El místico inspirado en la felicidad por todo lo que le rodeaba. (…)