Vaticano

Zollner llega a la Oficina de Protección de Menores de Roma con la misión de que sea un “espacio seguro”

El Vicariato está en el punto de mira por no haber impulsado medidas o investigaciones adicionales sobre los abusos cometidos por Marko Rupnik





El Vicariato de Roma, la diócesis del papa Francisco, ha puesto en marcha su Oficina Diocesana para la Protección de Menores y Personas Vulnerables. Un organismo que cuenta entre sus componentes con el jesuita Hans Zollner, una referencia mundial en la lucha contra los abusos.



Una prioridad para todos

En el punto de mira por la gestión presente y futura del caso del teólogo y artista, también jesuita, Marko Rupnik; Zollner ha emitido un comunicado a partir de su nombramiento como consultor de la recién creada oficina. Y es que el Vicariato ha emitido el pasa 24 de diciembre un comunicado en el que toma distancia ante cualquier responsabilidad por los abusos cometidos en las instituciones diocesanas en las que Rupnik estaba implicado. Si bien es cierto que parte de la investigación que ha ayudado a descubrir muchos de los abusos del artista de los mosaicos la ha desarrollado uno de los obispos auxiliares, Daniel Libanori, también visitador de la comunidad Loyola, impulsada por Rupnik.

Distribuido a partir del Instituto de Antropología –del que es director–, el jesuita informa en el texto que “la creación de la oficina dentro de la Diócesis de Roma, que es uno de los varios cambios clave introducidos por el papa Francisco en su reciente constitución apostólica ‘In Ecclesiarum Communione’, es testimonio del hecho de que la salvaguardia debe ser una prioridad para todas las diócesis católicas del mundo”.

Yendo a su papel más directo, antes de que surga cualquier sospecha, Zollner ratifica: “Me he comprometido a escuchar a los supervivientes y a promover la educación y la formación en materia de salvaguardia, y espero seguir haciéndolo en este nuevo cargo”. Además, añade que tanto su rol de consultor como el de director del Instituto de Antropología de la Universidad Pontificia Gregoriana pueda fomentar “la misión de hacer del mundo un lugar más seguro para los niños y las personas vulnerables”.

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