Candelas Varela, nacida en 1971 en Santiago de Compostela, aunque siempre ha estado muy unida a Vigo, lleva 25 años trabajando en el Hospital Monkole, impulsado por el Opus Dei en Kinshasa, la capital de República Democrática del Congo. Su labor como jefa de enfermeras se vio interrumpida en septiembre cuando contrajo la malaria y tuvo de volver a España en un avión medicalizado, siendo su situación ciertamente grave. Ahora, ya prácticamente recuperada, ha decidido volver. Porque lo suyo es mucho más que un trabajo. Es una vocación, también humana y espiritual.
PREGUNTA.- Lo primero de todo, ¿cómo estás?
RESPUESTA.- Gracias por la pregunta. Estoy mucho mejor y ya casi recuperada del todo.
Apoyo pese a la lejanía
P- ¿Cómo han sido estos meses alejada de tu gente en Kinshasa, siendo importante destacar que el hospital está en una parte de la capital marcada por la exclusión y en la que prestáis una atención sanitaria a mucha gente que, sin vosotros, estaría desprotegida?
R.- La verdad es que los primeros meses me he sentido muy acompañada por toda la gente que dejé en el Congo, ya que, como mi estado de salud era grave, me llamaban y me mandaban audios, mensajes de texto y vídeos para decirme que me apoyaban y rezaban para que me recuperara pronto. Ahora que ya estoy mejor, soy yo la que escribo para ir informándome de la situación y estoy trabajando en alguna cosa a la que puedo llegar directamente en línea, como la justificación de algunas subvenciones o la preparación de nuevos proyectos.
El relevo ya está casi asegurado a nivel de enfermería, ya que dos congoleñas se ocupan de la dirección de enfermería del hospital y de la dirección de la Escuela de Enfermería. Las personas con las que trabajo habitualmente se han visto un poco sobrecargadas de trabajo, pero han sabido gestionarlo bien y sacarlo adelante con eficiencia gracias a la formación recibida.
P.- ¿Cuál es tu día a día en el hospital? ¿A qué situaciones dais respuesta, en lo médico… y en lo humano?
R.- En lo médico son situaciones precarias; muchos casos de malaria, sida, tuberculosis, meningitis, infecciones respiratorias…, sobre todo en niños, y también diabetes y ACV en adultos. Situaciones duras porque a veces llegan tarde con complicaciones y poco se puede hacer, o hay tanto que hacer que tienen que pagar mucho dinero que no tienen…Y ahí llega la respuesta humana. Ante la urgencia, en Monkole generalmente acogemos y damos los primeros cuidados a pesar de que muchas veces no tengan con qué pagar.
Es difícil gestionar así el hospital, pero es la voluntad de los donantes y hay que ir viendo prioridades para llegar a tratar a todos sin que se hunda el hospital. También intentamos dar un trato muy humano, acoger igual a todas las personas vengan de donde vengan y comprender con empatía sus diferentes situaciones.
La fe, clave
P.- ¿Qué papel juega la fe en tu compromiso con los más vulnerables?
R.- La fe es un punto clave en mi día a día, ya que las situaciones a las que te enfrentas te harían perder la paciencia y abandonar si no fuera porque crees que hay alguien detrás que permite aquello para sacar un mayor bien. Y la fe que tienen los congoleños también juega un papel fundamental para aprender y seguir adelante trabajando en ese país.
P.- Regresas a RD Congo después de la visita de Francisco. ¿Crees que el Papa les ha dado realmente un impulso a la hora de apostar por una cultura del encuentro?
R.- Si, estoy convencida. El mensaje de perdón, comunidad, servicio, honestidad y oración del Papa ha estado presente en todas las redes sociales de los congoleños y ha dejado una huella que esperemos dure mucho tiempo. La Iglesia católica juega un papel muy importante de liderazgo y guía en la reconciliación y pacificación del país y, por eso, la visita del Papa ha sido un impulso muy fuerte para el futuro próximo. Los obispos ya han publicado una lista de recomendaciones para mejorar la paz en el Congo.