Entre el lunes 6 y el viernes 10 se reúnen en Brasilia representantes de Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil y Chile en la Asamblea Sinodal del Cono Sur. Es la cuarta y última que completa las 4 regiones en que se organiza el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM).
El grupo de Chile lo integran 21 personas. Entre ellos, Jorge Blake, laico de 30 años, magíster en sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile y diplomado en Acompañamiento Psicoespiritual de la Universidad Alberto Hurtado. Es director ejecutivo de Fundación MAGIS, de la Compañía de Jesús, que desarrolla un trabajo pastoral con jóvenes de 16 a 18 años desde la espiritualidad ignaciana. Además, es profesor universitario y colabora con diversas instancias eclesiales, especialmente con jóvenes.
Reimaginar con audacia y creatividad nuestro modo de ser iglesia
Antes de salir a Brasilia, Jorge Blake respondió así a Vida Nueva:
PREGUNTA.- ¿Qué destacas de este proceso sinodal que vive la Iglesia y cuál crees que será su mayor aporte?
RESPUESTA.- Que es una oportunidad histórica que nos regala el Espíritu Santo para que como Pueblo de Dios podamos reimaginar con audacia y creatividad nuestro modo de ser Iglesia, bajo la clave renovadora de la sinodalidad. Darnos la oportunidad de vivir este proceso es, a la vez, respuesta urgente a un profundo clamor de justicia y verdad que está latente en la sociedad. Segundo, que el camino sinodal ya vivido, ha traído abundantes gracias y frutos a todas las iglesias locales a lo largo del mundo, por su capacidad de incluir de manera significativa voces diversas y temas complejos y desafiantes.
P.- ¿Cómo llegaste a integrar la delegación a esta asamblea en Brasilia?
R.- He tenido la oportunidad de participar en diversos procesos eclesiales y también de acompañar a diversas organizaciones de Iglesia desde mi experticia como sociólogo. Esto lo vivo con mucha gratitud. Trato de vivir un laicado comprometido, haciendo disponible lo que está dentro de mis posibilidades a las necesidades de mi Iglesia. Esto debe vivirse como un servicio, con humildad y responsabilidad. Espero aprender mucho y aportar ‘un granito de arena’.
P.- Describe, por favor, el proceso de preparación que ha habido en Chile.
R.- Ha sido un proceso largo. No quisiera enfocarme en detalles metodológicos relativos a etapas, instrumentos y demás. De ello ha habido mucho y de gran calidad. Preferiría destacar, en cambio, tres características transversales que me parecen claves: se ha dado un trabajo territorial muy intensivo, donde comunidades de base a lo largo de todo el país se han congregado y se han dado el espacio para lograr una escucha y un discernimiento profundo del llamado que Dios no hace como pueblo fiel a vivir más sinodalmente. Segundo, se ha logrado hacer partícipe a una importante diversidad de voces y sensibilidades, destacando por ejemplo las juveniles y las femeninas, a las que se ha permitido expresar su identidad y su punto de vista con libertad, siendo acogidos con respeto y valoración. Tercero, ha sido un proceso honesto y transparente, sin temas prohibidos, sin omisiones, sin miedo a la expresión natural de conflictos y disensos. Eso lo ha hecho un proceso más auténtico.
Formación en la sinodalidad
P.- ¿Cuáles son los temas principales de la Iglesia chilena para aportar a esa asamblea?
R.- Como Iglesia chilena, en base a la síntesis de los aportes recogidos a nivel nacional, destacaría cinco temas. Primero, la necesidad de avanzar en una orgánica eclesial animada por la sinodalidad. Esto implica revisar nuestras estructuras. Segundo, contar con formación en sinodalidad. Tenemos que renovar la formación laical y del clero en pos de la sinodalidad. Tercero, buscar caminar para relevar y fortalecer el rol de las mujeres y los jóvenes en la Iglesia. Cuarto, salir al encuentro de la diversidad, en todas sus formas: niños y jóvenes, adultos mayores, migrantes, personas con discapacidad, personas de otros credos, etc. y de la diversidad sexual, en particular. Quinto, recuperar celebraciones litúrgicas más participativas, que permitan la plena participación de todos los fieles.
P.- ¿Por qué esos temas son relevantes?
R.- En buena medida estos temas surgen como respuestas discernidas a la luz de la crisis que hemos vivido. En ese sentido, cada tema invita a una renovación eclesial y esa renovación responde a su vez al diagnóstico de una Iglesia que en muchas ocasiones se ha presentado como poco participativa, poco transparente, poco diversa, etc. Por tanto, la relevancia de los temas viene dada por la coherencia con el diagnóstico y con el contenido mismo del diagnóstico: una Iglesia en crisis que necesita volver a sus fuentes, que necesita aire fresco, nueva vida, cambio, esperanza: conversión profunda.
P.- ¿Cómo continuará tu participación en este proceso?
R.- Ahora el corazón y la cabeza están en Brasilia, en la asamblea. El compromiso está en aportar de la mejor manera posible todo el discernimiento hecho en Chile al encuentro con otras Iglesias de nuestro continente. El proceso sinodal continuará después de la fase continental. Seguiré disponible en lo que pueda aportar, pero al final del día son las comunidades las que van solicitando el servicio y participación de uno.