“Los temas relacionados con el mundo femenino me interesan de manera especial. En muchos de mis discursos me he referido a ellas, destacando lo mucho que queda por hacer para el pleno reconocimiento de la mujer”. Así lo señala el papa Francisco en el prefacio que ha escrito para el estudio ‘Más liderazgo femenino para un mundo mejor: el cuidado como motor de nuestra casa común’, editado por Anna Maria Tarantola, publicado por Vita e Pensiero y que ha sido adelantado por Vatican News.
El texto, que es fruto de una investigación promovida conjuntamente por la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice y la Alianza Estratégica de Universidades Católicas de Investigación (Sacru), cuenta con unas palabras previas del Papa en las que subraya, para empezar, que “este libro trata de las mujeres, de sus talentos, habilidades y competencias, y de las desigualdades, la violencia y los prejuicios que aún caracterizan al mundo femenino”.
“Me complace que el tema se aborde desde la perspectiva de la multidisciplinariedad, pues los diferentes enfoques y análisis permiten una visión amplia de los problemas y la búsqueda de soluciones mejores”, asegura Francisco ante una investigación que “pone de manifiesto las dificultades que siguen teniendo las mujeres para acceder a los puestos más altos del mundo laboral y, al mismo tiempo, las ventajas asociadas a su mayor presencia y reconocimiento en las esferas de la economía, de la política y de la propia sociedad”.
Graves injusticias
“No se puede conseguir un mundo mejor, más justo, más inclusivo y plenamente sostenible sin la contribución de las mujeres”, continúa el Papa, por lo que anima a “trabajar, todos juntos, para ofrecer la igualdad de oportunidades a hombres y mujeres, en todos los contextos, para lograr una situación de igualdad en la diversidad estable y duradera, porque el camino de la afirmación de las mujeres es reciente, problemático y, por desgracia, no es definitivo. Se puede retroceder fácilmente”.
“El pensamiento de las mujeres es diferente al de los hombres, están más atentas a la protección del medioambiente, su mirada no se dirige al pasado sino al futuro”, asegura. “Las mujeres saben que dan a luz con dolor para lograr una gran alegría: dar vida y abrir vastos y nuevos horizontes”. Por eso, “las mujeres desean la paz, siempre. Las mujeres saben expresar tanto fuerza como ternura, son buenas, competentes, están preparadas, saben inspirar a las nuevas generaciones (no solo a sus hijos)”.
Por ello, “es justo que puedan aplicar estas competencias en todos los ámbitos, no solo en el familiar, y que reciban la misma remuneración que los hombres a igualdad de funciones, compromiso y responsabilidad. Las diferencias que aún existen son una grave injusticia”. Estas diferencias, tal como señala Francisco, junto con los “prejuicios hacia las mujeres, están en la raíz de la violencia contra ellas. Debemos encontrar la cura para sanar esta lacra, no dejar a las mujeres solas”.
“Me gusta pensar que, si las mujeres pudieran disfrutar de la plena igualdad de oportunidades, podrían contribuir sustancialmente al cambio necesario para un mundo de paz, inclusión, solidaridad y sostenibilidad integral”, asevera en el texto.
A favor de la educación
Asimismo, el Papa apunta que “como demuestran las investigaciones, la igualdad debe lograrse en la diversidad. La igualdad, no porque las mujeres asuman comportamientos masculinos, sino porque las puertas del campo de juego están abiertas a todos los jugadores, sin diferencias de género (ni de color, religión o cultura). Es lo que los economistas llaman diversidad eficiente”.
La capacidad de cuidar, por ejemplo, “es sin duda un rasgo femenino que debe expresarse no solo en el seno de la familia, sino igualmente y con éxito en la política, en la empresa, en el mundo académico y en el trabajo”. Es algo, apunta el Papa, que “debe ser expresado por todos nosotros, hombres y mujeres”, ya que “los hombres también pueden cultivar esta capacidad en la crianza de los hijos: que hermosa es la familia en la que ambos padres, madre y padre juntos, cuidan de sus hijos, los ayudan a crecer sanos y los educan en el respeto de las personas y de las cosas, en la bondad, en la misericordia y en la protección de la creación”.
Por último, Francisco señala el importante papel de la educación. “La educación es la vía principal, por un lado, para dotar a las mujeres de las habilidades y los conocimientos necesarios para afrontar los nuevos retos del mundo laboral y, por otro, para facilitar el cambio de la cultura patriarcal aún imperante”, dice. “Desgraciadamente, todavía hoy, unos 130 millones de niñas en el mundo no van a la escuela. No hay libertad, justicia, desarrollo integral, democracia ni paz sin la educación”.