El camino sinodal tiene una importante vinculación con la igualdad. Así lo expresa Loli Asua, miembro de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia de Bilbao. Explica a Vida Nueva el acto que tuvieron el pasado domingo, y cómo la igualdad no busca arrebatar el poder, sino volver a una Iglesia “más al estilo de Jesús de Nazaret”.
PREGUNTA.- En el acto del pasado domingo hicieron un acto simbólico con zapatos, ¿qué querían expresar?
RESPUESTA.- Con el acto de poner los zapatos muy diversos queríamos representar a las mujeres que en nuestro camino vamos dando pasos por la igualdad. Queremos que la Iglesia en su conjunto se de cuenta de que no se pone en nuestros zapatos cuando nos silencia, cuando nos niega administrar sacramentos, cuando no nos deja tomar decisiones, cuando prejuzga nuestro cuerpo y sexualidad, cuando protege a quien abusa de las mujeres y los pequeños, cuando ignora nuestra sabiduría.
P.- ¿Se han sentido arropadas y apoyadas en sus reivindicaciones?
R.- Arropadas nos sentimos entre nosotras y por mujeres y varones, que también los hay, por la gente de la base de la iglesia hay una conciencia creciente. En el clero hay bastantes personas que lo apoyan. De hecho nos han pedido que nos acerquemos a parroquias a que expliquemos la realidad de nuestro movimiento. Hay algunas personas que creen que esto es un movimiento para coger el poder en la Iglesia, y nada más lejos. Es para lograr la igualdad de oportunidades.
Hemos hablado con el obispo, pero es cierto que falta ese apoyo explícito que entiendo que muchas veces la estructura en si no lo esta permitiendo. Hay apoyo en la iglesia de Bizkaia, porque el propio obispo ha nombrado a mujeres en el consejo episcopal, lo cual es una novedad. Pero son gestos insuficientes, porque hasta que no se aborde la realidad en su diversidad y complejidad, no se va a lograr. Queda mucho camino por hacer.
P.- Realmente, con el Sínodo de la Sinodalidad estos temas están a la orden del día…
R.- Estoy convencida de que Francisco todo esto es consciente y lo apoya. Lo que parece es que no nos hemos dado cuenta del todo de que entrar en el camino de la sinodalidad es abrir la caja de pandora de todo. No para enfrentarnos, sino al revés, para reformar esta Iglesia que siempre debe estar en constante camino para llevar el mensaje evangélico a tantos hombres y mujeres de buena voluntad. Y, en concreto, a los jóvenes, que puedan entender que la Iglesia no está ajena al mundo y que los valores evangélicos están en la base de la humanidad. Es un camino esperanzador para el que aun queda mucho por delante.
P.- ¿Veremos esa igualdad real dentro de la Iglesia?
R.- Creo que se ha perdido mucho tiempo, pero nunca es tarde para poner las cosas en su sitio. Vivimos unos tiempos de hambre espiritual, de sentido.