“En el Antiguo Testamento siempre me ha llamado la atención la recurrencia –en los Profetas, en los Libros históricos– de las tres personas a las que hay que prestar especial atención: la viuda, el huérfano y el migrante. Es importante retomar esta tradición de acogida, de la forma de acoger a quien no tiene o está pasando por una situación difícil”. Así lo ha expresado el papa Francisco hoy durante su audiencia con los participantes en la jornada formativa sobre la ‘Cátedra de la Acogida’ promovida por la Fraterna Domus de Sacrofano.
Asimismo, durante su discurso, el Papa ha reflexionado acerca de algunos puntos de la encíclica Fratelli Tutti en los que la acogida tiene un papel fundamental. Concretamente, se ha centrado en el tercer capítulo, bajo el título de “apertura progresiva del amor”.
“El otro merece ser acogido por lo que es”
“En la medida en que está impregnada de esta actitud de apertura y de acogida, una sociedad se vuelve capaz de integrar a todos sus miembros, incluso a aquellos que por diversos motivos están ‘extranjeros existenciales’, o ‘exiliados ocultos’, como a veces se encuentran, por ejemplo, las personas con discapacidad o los ancianos”, ha explicado Francisco.
Por otro lado, haciendo también referencia a Fratelli Tutti, el Papa ha recordado que la acogida, la bienvenida, siempre es gratuita. “A menudo hablamos de la contribución que los migrantes dan o pueden dar a las sociedades que los acogen. Esto es cierto y es importante”, ha reconocido. Sin embargo, Francisco ha matizado que “el criterio fundamental no reside en la utilidad de la persona, sino en el valor en sí mismo que representa. El otro merece ser acogido no tanto por lo que tiene, o por lo que puede tener, o por lo que puede dar, sino por lo que es”.
