El mundo del trabajo y las condiciones en las que se desarrolla es algo que preocupa a Francisco, y así lo ha manifestado hoy en su audiencia con los directivos y al personal del Instituto Nacional del Seguro contra Accidentes de Trabajo (INAIL), a quienes ha dirigido un discurso en el que, en primer lugar, ha hablado de las mujeres.
“En los últimos meses se ha producido un aumento de los casos de accidentes femeninos, recordándonos que aún no se ha conseguido la plena protección de la mujer en el ámbito laboral”, ha señalado. “Y sobre esto también, me permito decir, hay un descarte previo de las mujeres, por temor a que queden embarazadas; una mujer es menos ‘segura’ porque puede quedar embarazada. Esto es lo que piensas: cuando empieza a ‘engordar’ si puedes descartarla es mejor. Esta es la mentalidad y tenemos que luchar contra ella”, ha aseverado el Papa.
Para Francisco, la actividad del Instituto “es doblemente valiosa, tanto en cuanto a la formación para prevenir los accidentes de trabajo, como en cuanto al acompañamiento de los heridos y el apoyo concreto a sus familias”, haciendo que “nadie se sienta abandonado por sí mismo”. “Esto es decisivo”, ha aseverado el Papa, porque “sin salvaguardias, la sociedad se vuelve cada vez más esclava de la cultura del descarte. Termina cediendo a la mirada utilitaria hacia la persona, más que reconociendo su dignidad”.
Por otro lado, ha apuntado que “entre las consecuencias de no invertir en seguridad en el trabajo también se encuentra el aumento de la siniestralidad”, mentalidad ante la cual “debemos recordar que la vida no tiene precio. La salud de una persona no se puede cambiar por un poco de dinero extra o por el interés individual de alguien”. Asimismo, ha señalado que “lamentablemente debemos agregar que un aspecto de la cultura del descarte es la tendencia a culpar a las víctimas. Esto siempre se ve, es una forma de justificación, y es un signo de la pobreza humana”.
No renunciar a la compasión
“Vuestra actividad nos recuerda que el estilo del Buen Samaritano está siempre vigente y tiene un valor social”, ha asegurado Francisco. “Cuando una persona pide ayuda, se encuentra sufriendo y corre el riesgo de ser abandonada en el camino de la sociedad, es fundamental el compromiso pronto y eficaz de instituciones como la vuestra, que ponen en práctica los verbos de la parábola evangélica: mirad, ten compasión, acércate, venda las heridas, hazte cargo”.
Asimismo, el Papa ha animado a los presentes a “afrontar todas las formas de discapacidad que se presenten. No solo los físicos, sino también los psicológicos, culturales y espirituales”, ya que “el abandono social afecta la forma en que cada uno de nosotros se ve y se percibe a sí mismo”. “Ver al otro significa también tratar a las personas en su unicidad y singularidad, sacándolas de la lógica de los números”, ha recordado. “La persona no es un número. No hay ‘persona lesionada’ sino el nombre y el rostro de alguien que ha sufrido una lesión”.
Por último, el Papa ha recordado la necesidad de “no renunciar a la compasión”. “Se trata de sentir el sufrimiento del otro en carne propia”, ha dicho, lo que significa “lo opuesto a la indiferencia lo que nos lleva a mirar hacia otro lado, a seguir sin dejarnos tocar interiormente”. “Cercanía, misericordia compasiva y ternura. Este es el estilo de Dios y debemos ir por este camino”.