El papa Francisco ha recibido este jueves en el Vaticano a los participantes en el encuentro del Grupo de Trabajo Conjunto para el Diálogo entre el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso y la Comisión Palestina para el Diálogo Interreligioso, la cual ha elegido para este encuentro el significado espiritual de Jerusalén.
Así, recordando que se trata de una “ciudad santa para judíos, cristianos y musulmanes”, el Papa se ha remitido a la declaración que hizo en 2019 junto con el rey de Marruecos: el llamamiento a que Jerusalén sea considerada “como patrimonio común de la humanidad y sobre todo para los fieles de las tres religiones monoteístas, como un lugar de encuentro y símbolo de convivencia pacífica”.
“En el Evangelio, Jerusalén es el lugar donde transcurren muchos episodios de la vida de Jesús”, ha señalado el Papa. Además, “la Iglesia nació en Jerusalén, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos, se reunió en oración con la Virgen María y los impulsó a proclamar el mensaje de salvación a todos”.
“La Ciudad Santa nos conmueve hasta las lágrimas”
Pero Jerusalén, tal como ha apuntado Francisco, tiene además “un valor universal, ya contenido en el significado de su nombre: ‘Ciudad de la Paz'”. Y en este sentido ha recordado “aquel momento de la vida de Jesús en el que, pocos días después de su pasión, llegó a la ciudad santa y, cuando estaba cerca, al ver la ciudad lloró sobre ella diciendo: ‘¡Si yo también te hubiera entendido, en este día, el que trae la paz!'”.
“Jesús llora por Jerusalén”, ha dicho Francisco, y “este llanto de Jesús merece ser meditado, en silencio”. “¡Cuántos hombres y mujeres, judíos, cristianos, musulmanes, han llorado y lloran hoy por Jerusalén! También a nosotros, a veces, pensar en la Ciudad Santa nos conmueve hasta las lágrimas, porque es como una madre cuyo corazón no encuentra la paz por el sufrimiento de sus hijos”, ha afirmado.
Por último, el Papa ha señalado que este episodio evangélico recuerda el “valor de la compasión: la compasión de Dios por Jerusalén, que debe convertirse en nuestra compasión, más fuerte que cualquier ideología, cualquier alineación. El amor a la Ciudad Santa debe ser siempre mayor, como a una madre que merece el respeto y la veneración de todos”.