El Corral de la Morería brilla con tres Soles Repsol desde este mes. El mejor templo flamenco del mundo, y uno de los lugares que hay que visitar antes de morir según ‘The New York Times’, lleva seis décadas siendo parada obligatoria para las celebridades que aterrizan en Madrid con ganas de disfrutar del mejor flamenco y la mejor gastronomía. Hablamos con Blanca del Rey, bailaora, directora artística… y alma del tablao.
PREGUNTA.- Tres Soles Repsol, ¿cómo se le ha quedado el cuerpo?
RESPUESTA.- ¡Brillando más que los tres soles juntos! Ha sido el segundo día más importante de mi vida, junto el de los nacimientos de mis hijos. Ellos están sacando adelante el legado del gran amor de mi vida, su padre y mi marido… y no tengo palabras.
Experiencia global
P.- Imaginemos que es mi primera vez en El Corral… ¿con qué expectativa debo ir?
R.- Mejor que no sepas nada porque al entrar la experiencia es global: los mejores manjares de David García, nuestro flamante chef; los mejores vinos de los que se ocupa Miguel del Rey, y los mejores cantaores y bailaores flamencos.
P.- ¿Cómo se coordina tener un espectáculo en la cena y otro sobre el escenario?
R.- Es increíble pero se produce el silencio del interior de una catedral. Mientras degustan los manjares por los que nos han dado el tercer sol el público disfruta del mejor cante y el mejor baile, en trance. Ni los camareros hacen sonido alguno. Eso ocurre porque todo es genuino, auténtico. No es espectáculo, es Arte. Con mayúsculas.
Una fusión genuina
P.- ¿A qué se debe que esté considerado el mejor tablao flamenco del mundo?
R.- No es porque vengan políticos, intelectuales o famosos, es porque se trata de algo genuino ideado, pensado y estudiado desde las tripas del arte. Se trata de fusionar una parte gastronómica aplaudida con figuras del flamenco consolidadas. (…)
P.- Todo el mundo a El Corral… ¿Algún Papa?
R.- No, pero el confesor del rey emérito venía mucho y también acuden con frecuencia sacerdotes y monjas… El Papa actual es muy musiquero, seguro que le gustaría venir. El arte es una especie de “religión”, con todos los respetos, que une fronteras, clases y condición. (…)
