El sociólogo chileno reflexiona sobre su participación en el encuentro de Brasilia
Desde Brasilia, en la víspera del término de la Asamblea Sinodal del Cono Sur, organizada por el CELAM, el laico de 30 años, Jorge Blake, uno de los integrantes de la representación de Chile, responde a Vida Nueva compartiendo su experiencia.
Blake es Director Ejecutivo de Fundación MAGIS, de la Compañía de Jesús en Chile, que desarrolla un trabajo pastoral con jóvenes de 16 a 18 años desde la espiritualidad ignaciana. Magíster en sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Diplomado en Acompañamiento Psicoespiritual de la Universidad Alberto Hurtado, es también profesor universitario y colabora con diversas instancias eclesiales, especialmente con jóvenes.
PREGUNTA.- ¿Qué destacas de tu experiencia en esta asamblea?
RESPUESTA.- Estoy agradecido de haber participado en esta hermosa experiencia. Destaco la enorme participación de jóvenes de la diversidad sexual, de mujeres, de personas de pueblos indígenas, de obispos cercanos que dialogan de modo horizontal con confianza y sin tabúes.
La participación en esta asamblea nos ha permitido sentarnos, mirarnos a los ojos y sentirnos pueblo de Dios, más allá de nuestras diferencias sociales, culturales, etarias, ministeriales. Es una experiencia de constituirnos pueblo de Dios que discierne desde la dignidad común de ser hijos y desde ahí sueña una Iglesia diferente, más sinodal.
P.- ¿Cuáles han sido aspectos relevantes en el encuentro?
R.- Ha habido más de 20 comunidades de discernimiento integradas por entre 7 y 10 personas de diferentes países. El Espíritu ha soplado moviéndonos a ciertas coincidencias o consensos que tienen que ver con que no hay sinodalidad sin un reconocimiento profundo de la iglesia como Pueblo de Dios. Es decir que la integramos todos los bautizados y que la corresponsabilidad en su liderazgo no es dada por el ministerio, sino por el hecho de reconocernos como hijos de Dios en el bautismo.
La sinodalidad llama a una igualdad radical en dignidad y a una diferencia complementaria en nuestros carismas y ministerios. Esto ha sido transversal.
Además, hay palabras que han quedado resonando. Por ejemplo: corresponsabilidad, revisión de estructuras, actualizar la liturgia, formación en sinodalidad, revisar el derecho canónico. Las conclusiones se conocerán después, estos son los grandes desafíos que esta asamblea sugiere considerar a los sinodales que se van a congregar en Roma.
P.- ¿Qué otros temas rondaron en la asamblea?
R.- Me parece que uno importante es lo que Francisco ha venido indicando: que en la Asamblea sinodal de octubre próximo en Roma participen representantes de todo el Pueblo de Dios, al menos con derecho a voz, y sería muy hermoso que el Papa nos sorprendiera dando también derecho a voto a todos. Así esto sería realmente sinodal.
La pregunta que nos hemos hecho es ¿qué caminos va a proponer el Papa para el año entre ambas asambleas de Roma? Algunos hablan que esta asamblea de octubre próximo evacúe un documento para ser enriquecido durante el año en las diócesis. Eso sería muy participativo y sinodal. Después, lo que vuelva a Roma a la segunda sesión llegaría con mucha vitalidad para ser discernido.
También está la pregunta por el papado de Francisco: su edad, su salud, que sugieren que podría mostrar su espíritu sinodal dejando que otro lidere este proceso en la segunda sesión del 2024.
Son las interrogantes soterradas tras estos interesantes y riquísimos intercambios.