El pontífice recibe a la publicación argentina Perfil y reivindica que “no podemos resolver el problema de la mujer con una simple funcionalidad” y que “no hay que tener miedo a la diversidad”
El papa Francisco continúa ofreciendo entrevistas con motivo del décimo aniversario de su pontificado que se cumple este 13 de marzo. Entre los medios atendido está el periódico quincenal argentino Perfil. Una amplia conversación en la rememora su último encuentro con Benedicto XVI poco antes de morir y la reflexión que se suscitó: “Aprovechá lo que tenés que hacer ahora, porque llegar a mi edad y estar bien es una gracia, pero no sé hasta cuándo durará”, se dijo a sí mismo.
“La realidad se ve mejor desde la periferia que desde el centro”, apunta en otro al recordar que se presentó como un Papa procedente del fin del mundo geográficamente hablando. Y es que, comentando sus principios, denuncia que “los totalitarismos graves que hemos vivido quisieron encerrar el tiempo en un espacio”. En otro orden de cosas señala que “el infierno es un estado, hay gente que vive en un infierno continuamente. Esto no lo digo por la gente que sufre, el pueblo que sufre, sino por aquellos que se hacen un mundo de autorreferencialidad mal o enfermizo, y terminan viviendo en un infierno”. “El infierno es un estado, es un estado del corazón, del alma, de una postura frente a la vida, a los valores, a la familia, a todo”, añade.
Comentando temas eclesiales presenta la reorganización canónica del Opus Dei como un “desequilibrio” que no supone “restar su poder” ya que “el Opus Dei tiene cosas maravillosas de su trabajo, y tiene defectos como cualquier hijo de vecino, que son locales, no universales”. Para Francisco “el trabajo del Papa con la Iglesia y de un obispo con la diócesis es armonizar” siguiendo el impulso del Espíritu Santo. “Y la armonía no es ni el promedio, ni la suma, ni nada, es otra cosa. La armonía, un artista es capaz de hacer armonía en ese aspecto. La armonía es algo que va más allá de la suma de las partes”, explica.
Frente a esto, aborda la cuestión de los nostálgicos. Para Francisco “el problema no es la tradición, que es siempre fuente de inspiración, el problema es lo que yo llamo el indietrismo, ir hacia atrás y quedarse como en el siglo pasado, como 20 años atrás”. En lo que se refiere a la acogida a los divorciados Francisco confiesa: “Jesús me ganó de mano”. “Hoy día acompañar las nuevas uniones, es un derecho que tienen los cristianos y un deber de la Iglesia”, sentencia. También comenta que “La unión civil [entre personas del mismo sexo] es una cosa mucho más amplia, es un contrato social que garantiza de alguna manera los derechos sociales, cierta estabilidad y no es el sacramento del matrimonio, o al menos el hecho matrimonial”, “matrimonio es otra cosa, y tiene otra configuración, pero esa es mi postura”, apunta.
“Todos son hijos de Dios y cada uno busca a Dios y lo encuentra, por el camino que puede. Dios solamente aparta a los soberbios, los demás pecadores estamos todos en la fila”, añade sobre las personas homosexuales. “No sé si se abrirá o no se abrirá, pero es una posibilidad que se puede abrir”, señala sobre el celibato voluntario para los sacerdotes, “es una posibilidad abierta”.
“El populismo siempre reduce un pueblo a una idea y a una dictadura o algo criminal. A mí me gusta distinguirlo del popularismo, que es la cultura de los pueblos con sus riquezas”, añade en otro momento. Para Francisco “el problema de instituciones internacionales es la tentación de querer reducir, a veces negando las riquezas populares o históricas de un pueblo, y esos son populismos. En cambio, el popularismo es lo que te lleva adelante”. Y es que en lo político, Bergoglio bromea: “Dicen que soy peronista… Será porque como hombre de gobierno abrí todo el juego. Incluso me acusaban de ser de la institución Guardia de Hierro”. Si bien, añade: “Mi familia ciertamente era antiperonista … se me licuó ese antiperonismo”. “Con Cristina Kirchner tengo una relación formal. No es una mala relación, es educada y formal. ¿Decepción con Alberto Fernández por la ley del aborto? Nunca me metí en eso porque hay una mala concepción de la realidad”, añadió en otro momento sobre la política argentina actual. “Quiero agradecer a mi pueblo porque me educó el pueblo argentino, con su riqueza y sus contradicciones, heredé todo, soy argentino y educado en la escuela pública. Estoy muy agradecido. Es mi patria”, señala. “Las Bienaventuranzas son el antisigno de un imperialismo, pero no quiere decir que sea comunista, es cosa que vino después con otro tipo de doctrina, que nace de otras pautas”, añade desmarcándose del comunismo. Francisco simplemente se define así: “Soy una persona limitada, con mis pecados. Soy un pecador, me confieso cada 15 días. Ayer me llamó el confesor, que habían pasado 15 días, va a venir en estos días”.
“La vida de Francisco [de Asís] era la vida de un revolucionario, que tiene la valentía de dar vuelta totalmente a la tortilla, un inconsciente, irse a ver al califa o al sultán sabiendo que le iban a cortar la cabeza. Es la inconciencia del enamorado de Jesús”, comenta en otro momento de la conversación. Francisco destaca que quiere ser “el Papa de todos”porque “Jesús era para todos” que intenta cumplir las peticiones de las reuniones del precónclave. Y es que, señala, “la humildad es verdad, cuando uno se la cree más allá falta a la verdad consigo mismo, se engaña, se maquilla, el alma”.
“Esa gente fue mi primer contacto con la gente pobre, porque yo no sabía lo que era trabajar, porque papá trabajaba de contador, y teníamos una clase media vivible, casa propia, etcétera. Pero esa gente tenía que aguantar”, recuerda de su primer contacto con la gente pobre que acudía a su familia de clase media.
“Los jovencitos almidonados son enfermos y a veces los hay, los veo en movimientos religiosos, extremistas o políticos. Yo les digo almidonados, en serie, nada de pecado. Esos pobrecitos, son piezas de museo que no van a andar. El joven tiene que moverse, tiene que arriesgarse, tiene que hacer lío”, comenta sobre los jóvenes. Él en cambio siente que “realmente [en el Vaticano] me falta la calle, en Buenos Aires la tenía y eso me daba vida”.
“Se puede dialogar muy bien con la economía y lograr pasos de entendimiento o fórmulas que van bien. En cambio, no se puede dialogar bien con las finanzas. Las finanzas son gaseosas, la economía es concreta”, destaca entrada en la doctrina social. Así, denuncia “la exclusión, injusticia, hay gente que muere de hambre o gente explotada, los chicos explotados, el trabajo infantil es gravísimo”. En este sentido muestra su preocupación por la deriva de un liberalismo no social o que “la derecha exagerada, desarraigada, es muy peligrosa”.
Más allá de la política, denuncia que “estamos en un siglo de guerras, desde el 14 hasta hoy estamos en una guerra mundial. Puedo definir una guerra mundial a pedacitos, pero estamos en guerra mundial”. A lo que une su condena del sector armamentístico: “No sé si es verdad o no, pero la guerra sirve para probar las armas”.
Un mundo sin fronteras para el Papa sería “no como una uniformidad, o cuestión de imagen, sino como la riqueza de cada país, de cada pueblo, de cada continente intercambiándose”. Para él, hay el riego, por ejemplo en la Unión Europea, de buscar “una universalización de lo particular que no es lícita, porque la riqueza universal está en la variedad de los países, con su cultura, su historia, su política”. “No hay que tener miedo a la diversidad”, sentencia.
En otro orden de cosas, precisa que “la Teología de Liberación nace de la experiencia del éxodo, de la liberación del pueblo. Entonces la intención es buena y hacen una opción por los pobres que es a lo que hay que liberar. Pero de ahí tuvo tantas ramas y tantas ideologías interpretativas que es difícil hablar en general”. Como movimiento del pueblo señala su relación con las Madres de la Plaza de Mayor y señala que “las mujeres llevaron esto adelante, los padres de Plaza de Mayo nunca, es curioso”. “Yo veo una madre que sufrió y yo soy pastor, quiero estar cerca de la madre”, destaca mientras se desmarca nuevamente de la dictadura argentina y de las acusaciones mientras era superior provincial de los jesuitas en Argentina. “Mi voluntad es, espero que lo pueda hacer”, señala sobre un posible viaje a la Argentina cuando pase el año electoral o visite Mongolia. Y es que, conlcuye, “estoy muy agradecido a Buenos Aires, a la Argentina. Es mi patria”