Con organismos públicos y privados han puesto en marcha acciones para prevenir, mitigar y reducir el riesgo de incendios
La creciente ocurrencia y mayor voracidad de incendios forestales, cada año, con graves daños humanos y ambientales ha fortalecido el Programa Medioambiente y Gestión de Riesgo de Emergencias y Desastres (MAGRE) en Cáritas Chile. Hace algunos años actúa articulado con las Cáritas diocesanas.
Este verano varias diócesis han visto devastados extensos territorios, varios de ellos habitados, dejando una profunda huella de dolor por el drama de miles de familias. Cáritas Chile activó en la zona afectada su Programa “Gestión Territorial y Participativa de la Reducción del Riesgo de Incendios Forestales”.
La responsable del Programa MAGRE, Catherine Mella, explicó a Vida Nueva que este programa “aborda el riesgo de incendios forestales en zonas de interfaz urbano-forestal en territorios vulnerables de Chile, trabajando con municipios y comunidades en las áreas expuestas al riesgo, asegurando que cuenten con los planes y capacidades para mitigar, prevenir y responder a estos eventos, en constante coordinación con los municipios y los actores de diferentes niveles del sistema de protección civil del país”.
“Su implementación, continúa Mella, se extiende por un plazo de 24 meses y responde a las brechas actuales en la preparación y la capacidad para responder a los eventos de incendios forestales desde una perspectiva comunitaria y territorial, fortaleciendo la coordinación con las redes a nivel regional, municipal y local, en que resulta estratégica la alianza y el trabajo conjunto de la Cáritas nacional con las Cáritas locales”.
Pedro Contreras, Coordinador del Programa, agrega que “el proyecto es financiado por la Oficina de Asistencia Humanitaria de la Agencia de Cooperación de los Estados Unidos (USAID/ BHA) y es ejecutado por Cáritas Chile en colaboración con la Corporación Nacional Forestal (CONAF). Busca el intercambio de experiencias de actores del ámbito público y privado, con el fin de reunirlos en mesas territoriales que trabajen en planificar acciones que reduzcan el riesgo de desastres, generen acciones de mitigación y prevención, con espacios formativos que fortalezcan las capacidades de los habitantes para el cuidado de los ecosistemas y de desarrollo territorial”.
Contreras enumera los 7 municipios y 14 comunidades en las regiones de Valparaíso y Ñuble donde actualmente actúa el proyecto. “Seleccionadas en base a criterios confeccionados junto a CONAF, explica, estos criterios se resumen en la alta vulnerabilidad y exposición a incendios forestales, en la existencia de una estructura organizacional que permita su instalación, las posibilidades de fortalecer la participación de la comunidad y de que esta pueda desarrollarse con niveles de seguridad”.
Catherine Mella señala que “las comunidades han respondido y se han comprometido activamente con esta iniciativa, son protagonistas de sus cambios y la han asumido desde la sensibilidad, la toma de conciencia y la preocupación para evitar desastres. El compromiso adquirido se ha materializado en acciones de cuidado, donde las y los dirigentes animan a los habitantes a prepararse y a realizar actividades preventivas, asistiendo a los espacios de formación”.
El Director de Cáritas Chile, Lorenzo Figueroa, precisa lo que esperan de este proyecto. “Que contribuya a fortalecer el sistema de alerta temprana frente a incendios forestales desde un enfoque comunitario articulado con las entidades competentes”. Además “que ayude a fortalecer de manera significativa las capacidades de gestión territorial para reducir el riesgo de ocurrencia de incendios forestales”. Finalmente, confían “favorecer el desarrollo de una cultura preventiva, formando a agentes comunitarios que promuevan acciones de restauración de ecosistemas y de mantención territorial, en la línea de la ecología integral”.
La experiencia reciente lleva a Figueroa a decir que “en medio de la crisis de este período de incendios descontrolados, las comunidades participantes en la etapa previa de este proyecto, han evidenciado contar con capacidades y estar preparadas para organizarse, y actuar colectiva y solidariamente para protegerse y cuidar sus espacios de vida, destacando de esta manera la importancia vital de la gestión”.
Esa experiencia se complementa con el apoyo de las comunidades parroquiales. Así lo describe Catherine Mella: “en la catástrofe por incendios forestales de esta temporada estival, ha sido clave el rol de las comunidades parroquiales, así como el liderazgo de los párrocos y los equipos locales de Cáritas, en la respuesta humanitaria, en articulación con los gobiernos locales y las comunidades de los sectores afectados. Las parroquias se han transformado en centros de acopio y distribución, en espacios de acogida y encuentro para las familias afectadas y para el voluntariado. Por ello, desde este rol tan significativo en la respuesta, consideramos que pueden avanzar hacia un aporte a la prevención y al cuidado”.
“Como país, continúa Catherine, en todos los niveles, no podemos seguir centrándonos sólo en la respuesta a las emergencias que rápidamente escalan a catástrofes descontroladas, que generan altos daños y costos de todo tipo. Es urgente integrar la gestión del riesgo, la adaptación al cambio climático y la gestión territorial, y este proyecto viene a contribuir precisamente a ese cambio de paradigma, para avanzar en el cuidado de la Casa Común y de las comunidades que las habitamos”.