Vaticano

Francisco, el Papa ‘Fratelli tutti’: las 10 preguntas definitivas de su encíclica para cambiar el mundo

  • A lo largo del documento sobre la fraternidad universal, interpela al lector hasta 41 veces sobre su capacidad para tomar partido en la transformación del mundo
  • En este décimo aniversario de su pontificado, recordemos las claves del texto
  • ESPECIAL VIDA NUEVA: 10 años del papa Francisco





A través de ‘Fratelli Tutti’, el Papa busca el posicionamiento de quien la tiene entre sus manos para que se deje cuestionar por cada uno de los temas que plantea en relación a la fraternidad universal y la amistad social.



Con este recursos pedagógico, Jorge Mario Bergoglio recopila hasta 41 preguntas a lo largo del texto que van más allá de un mero examen de conciencia para los hombres y mujeres “de buena voluntad” del siglo XXI y que tampoco se presentan como un mero cuestionario a modo de encuesta. Vida Nueva recoge 10 de ellas con motivo del décimo aniversario de su pontificado.

1. ¿Ignorar la historia?

Al comenzar su análisis de la realidad en ‘Fratelli tutti’, Francisco advierte de caer en “una especie de ‘destruccionismo’ donde la libertad humana pretende construirlo todo desde cero”. Desde ahí, comparte una de las preguntas que ya lanzó a los jóvenes en la exhortación ‘Christus vivit’: “Si una persona les hace una propuesta y les dice que ignoren la historia, que no recojan la experiencia de los mayores, que desprecien todo lo pasado y que sólo miren el futuro que ella les ofrece, ¿no es una forma fácil de atraparlos con su propuesta para que solamente hagan lo que ella les dice?

2. ¿Qué significa hoy la democracia?

En esta misma línea, el Papa expone que “un modo eficaz de licuar la conciencia histórica, el pensamiento crítico, la lucha por la justicia y los caminos de integración es vaciar de sentido o manipular las grandes palabras”. Desde ahí, se lanza: “¿Qué significan hoy algunas expresiones como democracia, libertad, justicia, unidad? Han sido manoseadas y desfiguradas para utilizarlas como instrumento de dominación, como títulos vacíos de contenido que pueden servir para justificar cualquier acción”.

3. ¿Es posible reconocer al vecino?

Bergoglio se muestra preocupado porque “un mundo unido y más justo sufre un nuevo y drástico retroceso”.  “En esta pugna de intereses que nos enfrenta a todos contra todos, donde vencer pasa a ser sinónimo de destruir, ¿cómo es posible levantar la cabeza para reconocer al vecino o para ponerse al lado del que está caído en el camino?”, escribe.

4. ¿Igualdad de derechos?

El Papa cuestiona si la proclamación de los derechos humanos hace 70 años se ha traducido en que la dignidad de todos los seres humanos sea protegida. “En el mundo de hoy persisten numerosas formas de injusticia, nutridas por visiones antropológicas reductivas y por un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre. Mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados”, argumenta. En este punto, se pregunta: “¿Qué dice esto acerca de la igualdad de derechos fundada en la misma dignidad humana?”.

5. ¿Los medios católicos hacen fraternidad?

Al abordar el papel de los medios de comunicación en el mundo de hoy, lamenta que “los fanatismos que llevan a destruir a otros son protagonizados también por personas religiosas, sin excluir a los cristianos, que pueden formar parte de redes de violencia verbal a través de internet y de los diversos foros o espacios de intercambio digital”.  A renglón seguido plantea: “¿Qué se aporta así a la fraternidad que el Padre común nos propone?”.

6. ¿Quién es mi prójimo?

Francisco reproduce parábola del Buen Samaritano, que sirve de hilo conductor para la encíclica. Asi, hace suyas las preguntas del pasaje de Lucas (Lc 10, 25-37):

  • “¿Quién es mi prójimo?”.
  • “Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
  • Jesús le preguntó a su vez: “Qué está escrito en la Ley?, ¿qué lees en ella?”.
  • El maestro de la Ley, queriendo justificarse, le volvió a preguntar: “¿Quién es mi prójimo?”.
  • “¿Cuál de estos tres te parece que se comportó como prójimo del hombre que cayó en manos de los ladrones?”

A partir de ahí, el Papa repasa cómo “la Biblia plantea el desafío de las relaciones entre nosotros”: “Caín destruye a su hermano Abel, y resuena la pregunta de Dios: ‘¿Dónde está tu hermano Abel?’ (Gn 4,9). La respuesta es la misma que frecuentemente damos nosotros: ‘¿Acaso yo soy guardián de mi hermano?’ (ibíd.). Al preguntar, Dios cuestiona todo tipo de determinismo o fatalismo que pretenda justificar la indiferencia como única respuesta posible”.

También busca confrontar al lector al detener en el libro de Job: “¿Acaso el que me formó en el vientre no lo formó también a él y nos modeló del mismo modo en la matriz?” (31,15).

7. ¿Nos inclinaremos para curar las heridas?

A partir de la parábola, Francisco divide la sociedad en dos tipos de personas: “las que se hacen cargo del dolor y las que pasan de largo”. Toca elegir. “En efecto, nuestras múltiples máscaras, nuestras etiquetas y nuestros disfraces se caen: es la hora de la verdad. ¿Nos inclinaremos para tocar y curar las heridas de los otros? ¿Nos inclinaremos para cargarnos al hombro unos a otros?”. A continuación, el Papa anima a posicionarse: “Este es el desafío presente, al que no hemos de tenerle miedo”.

8. ¿Qué puedo hacer yo?

Siguiendo con la parábola, Bergoglio denuncia que “hay una triste hipocresía cuando la impunidad del delito, del uso de las instituciones para el provecho personal o corporativo y otros males que no logramos desterrar, se unen a una permanente descalificación de todo, a la constante siembra de sospecha que hace cundir la desconfianza y la perplejidad”. Llega a afirmar que “el engaño del ‘todo está mal’ es respondido con un ‘nadie puede arreglarlo’, ‘¿qué puedo hacer yo?’”. Ante esta pregunta, el Papa advierte de caer en “el desencanto y la desesperanza” frente a la necesidad de llenarse de “un espíritu de solidaridad y generosidad”.

9. ¿Nos volvemos prójimos?

Francisco insiste de nuevo en el punto 81 en la pregunta clave que precede a la parábola del Buen Samaritano: “¿Quién es mi prójimo?”. Y lo hace para aclarar que Jesús “no nos invita a preguntarnos quiénes son los que están cerca de nosotros, sino a volvernos nosotros cercanos, prójimos”.

10. ¿Cómo reaccionar a quienes aíslan?

En la encíclica Francisco distingue el término prójimo de socio, esto es, de quienes responden desde la gratuidad a quienes buscan beneficios personales de toda acción, porque solo se miran a sí mismos y no al otro. Es ahí cuando plantea: “¿Qué reacción podría provocar hoy esa narración, en un mundo donde aparecen constantemente, y crecen, grupos sociales que se aferran a una identidad que los separa del resto? ¿Cómo puede conmover a quienes tienden a organizarse de tal manera que se impida toda presencia extraña que pueda perturbar esa identidad y esa organización autoprotectora y autorreferencial?”.

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