Vaticano

El sueño de Francisco: “Que cristianos y musulmanes podamos ser, juntos, testigos de verdad, amor y esperanza”

El Papa ha enviado una carta al Gran Ayatolá de los chiíes, Ali Al-Sistani, con quien se reunió en Iraq hace dos años





La Oficina de Prensa del Vaticano ha difundido este martes un mensaje de Francisco al Gran Ayatolá de los chiíes, Ali Al-Sistani, con quien se reunió en Nayaf, Iraq. Dos años después de aquella conversación fraterna, el Papa, tal como recoge Vatican News, relanza la necesidad de colaboración entre los credos para una convivencia pacífica en un mundo marcado por numerosos conflictos.



Para el Papa, el encuentro entre ambos fue “un hito en el camino del diálogo interreligioso y de la comprensión entre los pueblos”. “Me edificó su compromiso con los que sufren persecución, preservando el carácter sagrado de la vida y la importancia de la unidad del pueblo iraquí”, recuerda Francisco.

Así, el Pontífice subraya que “la colaboración y la amistad entre creyentes de distintas religiones es indispensable, para cultivar no sólo la estima mutua, sino sobre todo esa concordia que contribuye al bien de la humanidad, como nos enseña la historia reciente de Iraq”. “Nuestras comunidades, por tanto, pueden y deben ser un lugar privilegiado de comunión y un símbolo de coexistencia pacífica, donde se invoque al Creador de todos, para un futuro de unidad en la tierra”, asevera.

Redescubrir el sentido de la fraterindad

Del mismo modo, el Papa recuerda en su mensaje que “también a nosotros, líderes religiosos, nos corresponde animar a quienes tienen responsabilidades en la sociedad civil a trabajar para afirmar una cultura basada en la justicia y la paz, promoviendo acciones políticas que protejan los derechos fundamentales de todos”. “En efecto”, concluye, “es esencial que la familia humana redescubra el sentido de la fraternidad y de la acogida recíproca, como respuesta concreta a los desafíos actuales”.

De esta manera, la esperanza expresada por el Pontífice es que cristianos y musulmanes, “podamos ser siempre testigos de verdad, amor y esperanza, en un mundo marcado por numerosos conflictos y, por tanto, necesitado de compasión y sanación”.

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