“He llegado a creer que la Secretaría de Estado ha sido víctima de una estafa”. Así lo expone el sustituto de Secretaría de Estado, Edgar Peña Parra, en lo que considera “un enorme daño material, por no hablar del daño reputacional del Santo Padre y toda la Iglesia”.
Son palabras del ‘número tres’ del Vaticano, que pertenecen al dossier judicial vaticano al que ha accedido en exclusiva el vaticanista Iacopo Scaramuzzi en el diario ‘La Reppublica’. En esta documentación, además de las valoraciones de Peña Parra, se reconstruye en exclusiva cómo se urdió la presunta trama de malversación en la compraventa de un edificio de Londres que generó un agujero de entre 65 y 135 millones de euros en las cuentas vaticanas.
Juicio abierto
Peña Parra declara hoy como testigo ante el tribunal de la Santa Sede que desde mediados de 2021 investiga a su predecesor en el cargo, el defenestrado cardenal Angelo Becciu y otras nueve personas acusadas de urdir esta supuesta práctica fraudulenta.
El arzobispo venezolano fue nombrado sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado del Vaticano en 2018, después de siete años de mandato de Becciu. Es entonces cuando el nuevo ‘número tres’ del Vaticano conoce que se había cerrado la compra de parte del edificio londinense situado en la Avenida Sloane 60. Tal y como relata Scaramuzzi, Peña Parra decidió hacerse cargo del 100 % del polémico edificio londinense dado que le ofrecieron “garantías puntuales y detalladas, no verbales sino escritas”. Sin embargo, como expone el propio periodista que ha tenido acceso a la documentación del caso, se trató de “un callejón sin salida”.
El consejo de Perlasca
Scaramuzzi señala que fue el sacerdote Alberto Perlasca, responsable administrativo entonces de la Secretaría de Estado, quien advierte del “alto riesgo de pérdida total de la inversión” y sugiriere la necesidad de apoderarse de todo el inmueble. Ante esta situación Peña Parra exige toda la documentación antes de dar más pasos y descubre que algo no marcha bien al descubrir que Perlasca ya había firmado un par de contratos marco y de compra de acciones con la empresa de GUTT SA del agente inmobiliario Molise Gianluigi Torzi, al que hoy se considera principal cerebro de la trama de malversación.
Peña Parra, con el respaldo del Papa y del cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, dio un paso al frente para recomprar la empresa propietaria del edificio. Sin embargo, apenas un mes después descubriría que de las 30.000 acciones que posee el Vaticano, ninguna de ellas tiene derecho a voto, frente a 1.000 acciones que se quedó para sí Torzi que son las únicas que poseen el ejercicio de ese derecho. O lo que es lo mismo, el Vaticano tenía las manos atadas para cualquier decisión sobre el inmueble porque no formaría parte del consejo de administración, a pesar de ser el accionista mayoritario.
Un paso al frente
En este supuesto engaño que ahora tendrá que verificar la justicia intervino directamente el abogado Nicola Squillace, que fue quien dio todas las garantías a Peña Parra para que diera un paso al frente con las acciones, cuando a posteriori se ha descubierto que fue un ‘doble agente’ que trabajaba para Torzi.
Al destapar esta situación, Peña Parra informa al Papa que sugiere, tal y como detalla La Reppublica, “pasar página y volver a empezar”. Así, los abogados aconsejan a la Secretaría de Estado recomprar el edificio por su cuenta, Peña Parra pide una extraordinaria asignación al IOR -el banco vaticano- y decide denunciar lo ocurrido a la justicia vaticana. Finalmente la Santa Sede vendió el inmueble.