Francisco ha recibido este jueves a una delegación de monjes budistas taiwaneses en un encuentro que, tal como señaló el Papa, “atestigua el espíritu de amistad y cooperación que cultivan como creyentes, firmemente enraizados en vuestros respectivos caminos religiosos”.
Además, esta visita es “una oportunidad privilegiada para avanzar en la cultura del encuentro, en la que asumimos el riesgo de abrirnos a los demás, confiando en que descubriremos en ellos amigos, hermanos y hermanas, y así aprenderemos y descubriremos más sobre nosotros mismos”. “En efecto”, aseveró el Papa, “al experimentar a los demás en su diversidad, se nos anima a salir de nosotros mismos y a aceptar y abrazar nuestras diferencias”.
De esta manera, Francisco subrayó que “la cultura del encuentro tiende puentes y abre ventanas a los valores y principios sagrados que inspiran a los demás. Derriba los muros que dividen a las personas y las mantienen prisioneras de ideas preconcebidas, prejuicios o indiferencia”.
Educación integral
“A lo largo de la historia, los creyentes han creado tiempos y espacios sagrados como oasis de encuentro, en los que hombres y mujeres pueden inspirarse para vivir sabiamente y bien”, explicó el Papa. De este modo, “contribuyen a una educación integral de la persona humana, implicando cabeza, manos, corazón y alma y llevándola así a experimentar la armonía de la integridad humana, es decir, toda la belleza propia de esta armonía”.
“Tales oasis de encuentro son tanto más necesarios en nuestro tiempo”, añadió, en el que “la continua aceleración de los cambios de la humanidad y en el planeta se combina hoy con la intensificación de los ritmos de vida y de trabajo”.