“Que el Señor nos acompañe en este Vía Crucis”. Con este mensaje enviado a su entonces secretario resumía su estado de ánimo Edgar Peña Parra, sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado del Vaticano, al tener que afrontar las negociaciones del Palacio de Londres en 2018, hoy centro de la proceso de gestión de los fondos de la Santa Sede.
Tal como recoge Vatican News, el arzobispo venezolano fue el protagonista de la quincuagésima primera audiencia en la sala de los Museos Vaticanos y en la que se han abordado dos cuestiones principales: la primera, el préstamo de 150 millones solicitado por el propio Peña Parra al IOR para renegociar el préstamo de Cheyne Capital que suponía un lastre para el edificio londinense y que, tal como ha declarado, hacía que “la Santa Sede perdiera un millón al mes”; por otro lado, las mil acciones a través de las cuales el corredor Gianluigi Torzi, que está sentado en el banquillo de los acusados, poseía la totalidad de la propiedad.
Peña Parra tuvo que manejar esta situación, que había comenzado antes de que accediese al cargo, por lo que, tal como ha declarado, sus acciones estuvieron orientadas en todo momento a tratar de “evitar, además del escándalo, también la pérdida de cuantiosas sumas por parte de la Santa Sede”, entre las que se encontraba “no sólo la hipoteca, sino también los 4 millones y medio de libras que la Santa Sede tuvo que pagar a Torzi por la gestión de un edificio que rindió 3 millones”.
Un engaño
“No soy un experto en temas financieros pero traté de usar el sentido común y el criterio de un buen padre de familia”, ha asegurado Peña Parra. Para ello, redactó una serie de preguntas al abogado Nicola Squillace, a quien le hicieron ver que era “nuestro abogado”. En concreto, Peña Parra preguntó qué significaban las mil acciones sobre el edificio, quién era Torzi, quién era Raffaele Mincione (el otro financista, también imputado, dueño del fondo Goff que antes era dueño del edificio Sloane Avenue), y cuál era la relación entre los dos. Ante esto, Squillace “respondió de manera detallada y oportuna a cada pregunta asegurando todas las dudas”.
Un mes después, sin embargo, Peña Parra fue convocado por el Papa a Santa Marta donde encontró al abogado Manuele Intendente y a Giuseppe Milanese, ambos enterados del asunto de Londres: “Me explicaron que lo que se había hecho antes no había ayudado”. “En Navidad nos encontramos con que todo fue un absoluto engaño”, ha añadido. Por eso, las indicaciones fueron “empezar de nuevo y perder el menor dinero posible”.