“¿Hubo alguna vez una Primera República?”, se preguntaría Jardiel Poncela. Es obvio que, si hubo una segunda, ¡tuvo que haber una primera! Entonces, ¿qué sabemos amén de que tuvo cuatro presidentes, una rebelión cantonal y la entrada del general Pavía a caballo en el Congreso? Javier Santamarta del Pozo nos aclara todas las dudas en ‘Eso no estaba en mi libro de historia de la Primera República’ (Almuzara) que en solo una semana ha alcanzado la segunda edición.
PREGUNTA.- ¿Se planteó la creación de la República antes de la abdicación de Amadeo?
RESPUESTA.- Había un movimiento republicano incipiente, es cierto, pero la revolución de La Gloriosa comandada por el general Prim más bien pretendía que jamás reinaran los Borbones. De hecho, se instauró una regencia de corte monárquico con el general Serrano con el título de alteza. Pero se buscaba una nueva monarquía de corte democrático y parlamentario. Como fue (¡o pretendía ser!), la de Amadeo.
P.- ¿La idea era crear un conjunto de federaciones siguiendo el modelo americano?
R.- No había idea previa, pues el republicanismo estaba dividido entre el modelo unitario (como sería el de Francia), y el federal (al estilo de Estados Unidos o incluso Suiza que, curiosamente, fueron los dos únicos países que la reconocieron en sus inicios). Pero el sistema federal en 17 estados acabó en el cantonal donde se proclamaban independientes directamente los pueblos. Como pasó en Écija, Jumilla o Toro, entre otros muchos ejemplos absurdos de lo que devino esa idea federal.
P.- Cinco presidentes: Figueras, Pi y Margall, Salmerón, Castelar y Serrano. ¿Qué aportó cada uno durante su presidencia?
R.- No es que tuvieran mucho tiempo para poder llevar a cabo grandes cosas. Los cuatro primeros estuvieron gobernando en total once meses, y el último, que estuvo casi un año, al menos acabó con el Cantonalismo. Pi y Margall fue el que realmente los acaba provocando con su idea del federalismo “de abajo a arriba”, y de Castelar al menos podemos decir que acabaría con la esclavitud negrera que aún existía legalmente en Puerto Rico. (…)
P.- ¿Qué papel tenía la Iglesia en aquel momento?
R.- La Iglesia siempre había tenido una influencia en la vida social y en la política en España. Eso es evidente. Las desamortizaciones del XIX, junto con la división también en los bandos tradicionalistas y liberales, la ponen en una tesitura que se verá agravada cuando con la República se constituya en un Estado laico y aconfesional. De hecho, Castelar tuvo problemas políticos siendo tildado de traidor por negociar un nuevo concordato con el Vaticano. De traca.