Como cada año, Harambee, entidad ligada al Opus Dei y que está presente en la República Democrática del Congo, Camerún, Kenia, Nigeria y Uganda, ha concedido su Premio Harambee a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana. En la edición de este 2023, patrocinada por los laboratorios René Furterer de Pierre Fabre, la galardonada ha sido la científica keniana Florence Oloo.
En un encuentro con los medios, celebrado este 22 de marzo en Madrid, ha estado presente la propia doctora Oloo, de la que se ha reconocido su labor como miembro fundador del Comité Ético Strathmore de la Universidad Técnica de Nairobi, que impulsa más de 300 investigaciones científicas al año, y que también está comprometida en el Centro Jakana, en un proyecto de empoderamiento para mujeres y niñas en situación de vulnerabilidad en Kenyawegi, en el condado de Kisumu.
Licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad Técnica de Nairobi y en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Roma, la doctora ha explicado que el Comité Ético Strathmore, compuesto por 11 personas y creado hace seis años, busca “garantizar que los protocolos propuestos cumplen con las pautas éticas apropiadas” antes de que los participantes puedan inscribirse, frenando siempre “posibles irregularidades contra la persona” en los ensayos clínicos, muy centrados en la malaria, en el ébola, la tuberculosis y, últimamente, también en el Covid-19.
Además de su labor profesional, Oloo se vuelca con muchas mujeres y niñas en Kanyawegi, cerca de la frontera con Uganda, en una zona rural que se vio muy afectada por la pandemia, que obligó al cierre de escuelas y negocios. En ese entorno marcado por la exclusión, la doctora trata a muchas chicas con embarazos o matrimonios precoces, a infectadas de VIH y a víctimas de la violencia sexual y de género. Además, allí es frecuente que los padres entreguen a sus hijas, niñas y adolescentes, a hombres mayores que las integran a la familia como su segunda o tercera esposa. Así, junto a esa práctica de la poligamia, nos encontramos con chicas a las que se veta de todo acceso a la educación, reservada exclusivamente a los hijos varones.
Frente a esta dura realidad, el Centro Jakana ofrece a 30 adolescentes y niñas un programa para favorecer su empoderamiento a través del autoliderazgo, adquiriendo los conocimientos financieros básicos para poder crear y sostener sus propios proyectos económicos.
Oloo ha destacado que ella misma tuvo que “romper el techo de cristal”, siendo ella la única mujer de su clase que se especializó en Química. “Entonces era una novedad, pero ahora no”, ha enfatizado con satisfacción.
Hoy, “mi pasión” es “formar y gestionar a científicos para que la ciencia se lleve a cabo éticamente”, luchando también “a ese nivel” contra la “corrupción”, siendo importante “que los datos no sean falsificados, que se respeten los derechos y la privacidad de los participantes y que los resultados de la investigación científica sean genuinos”. “El respeto por la persona es la esencia de todo”, ha reivindicado.
Feliz con la evolución en los últimos años, la doctora keniana ha valorado que “el número de científicos africanos aumenta cada año”. Un compromiso que adquieren “los países, especialmente Kenia, que invierten fondos para la investigación y están fomentando líneas de investigación científica en salud relevantes en la región”.
En cuando al Covid-19, Oloo ha recordado que, tras la “inicial desconfianza” sobre las vacunas que “llegaban del extranjero”, ahora “se están construyendo instalaciones locales para su fabricación”.
Sobre su “otra pasión”, el servicio “a la mujer que vive en las zonas rurales de Kenia”, fomentando “la autoestima, la confianza y el autoliderazgo para permitirles iniciar e impulsar el cambio socioeconómico dentro de sus comunidades”.
Convencida de que “la educación es la clave de la transformación en África”, ha reiterado que esto se aprecia “de un modo especial con la mujer, que es la que menos oportunidades tiene”. Algo que ella misma ve a diario, tanto en la Universidad como en el Centro Jakana. Allí, “algunas chicas me han reconocido que ha sido la primera vez que se relacionaban con personas que les prestaban atención, creían en ellas y las alentaban a ir más allá”. El que hayan “cambiado” y sean “más felices” tiene un “impacto directo” en su entorno, alentando a muchas otras chicas a querer entrar en el proyecto.
Cuestionada por Vida Nueva, Oloo ha explicado que “la fe en Dios” la ha enriquecido en este compromiso. Y es que, “como científica”, el sentir que trabaja desde el respeto a la persona implica una “armonía, un todo”, en su vivencia espiritual. En caso de separarse de ese camino, está segura de que “ahí ya sí habría una contradicción entre mi creencia y mi identidad como científica”.
Desde su fundación en 2002, Harambee (que se traduce como “todos juntos por África”) ha podido acompañar a 2.791.691 personas. De ellas, 2.606.407 en el ámbito de la educación, con becas para la escuela, la formación profesional o la universidad, así como la alfabetización o la investigación. Además, 179.762 han recibido atención en el ámbito sanitario y 5.522 en el de la seguridad alimentaria. El 75% de las beneficiadas en estos 20 años han sido niñas, jóvenes y mujeres.
Ahora mismo cuentan con nueve proyectos en desarrollo y acompañan a 136.019 personas, de las que 82.488 son mujeres y 3.240 niños.
Fotos: Harambee.