Aunque la homosexualidad ya era una práctica prohibida en Uganda y años atrás incluso los periódicos nacionales abrían sus portadas con listados de personas “culpables de sodomía”, ahora se ha ido un paso más allá y el Parlamento, por abrumadora mayoría, establece la cadena perpetua en determinadas situaciones e incluso la pena de muerte para los “casos más graves”.
La nueva ley, que deberá ser refrendada por el presidente, Yoweri Musevini, establece puntos polémicos como que cualquier persona, institución o medio de comunicación que “promueva la homosexualidad” se enfrentará a una pena de cárcel. La pena capital se establece contra la “homosexualidad agravada”, entendiéndose por esta el abuso sexual contra un menor, una persona con discapacidad o alguien en situación de vulnerabilidad.
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, ha tachado de “escandalosa y devastadora” la aprobación parlamentaria de esta legislación, lamentando que “tendrá graves consecuencias para la sociedad ugandesa”.
Significativamente, la Conferencia Episcopal Ugandesa guarda un absoluto silencio sobre la medida. En las últimas horas, ya tras la aprobación de la ley, en su web oficial se hacen eco del “programa oficial de la visita pastoral del nuncio a la Arquidiócesis de Gulu” y del “mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma”, pero no hay pronunciamiento ninguno sobre la extensión de la condena perpetua o la pena de muerte en su cuerpo jurídico.
Algo que contrasta con lo expresado por el propio Bergoglio en una entrevista, a finales de enero, con Associated Press, en la que reiteró que la homosexualidad “no es un delito” y pidió que las Iglesias locales se comprometieran a combatir los códigos penales que criminalizan a muchas personas por su identidad sexual.
Sin duda, en África, donde una treintena de países persiguen penalmente a los homosexuales, el reto para la Iglesia continental es enorme. De hecho, hasta ahora, ningún Episcopado se ha manifestado en este sentido a la hora de defender a buena parte de sus ciudadanos y hasta fieles.
Con todo, no parece una cuenta pendiente exclusivamente para el catolicismo. Estas últimas semanas, numerosas delegaciones africanas están apartándose de la primacía de Justin Welby, arzobispo de Canterbury, en el seno de la Comunión Anglicana. ¿La razón? Que la Iglesia de Inglaterra ha aprobado la bendición (que no el matrimonio) de las parejas homosexuales.