El pontífice muestra su solidaridad con Ucrania, Siria, Turquía y los afectados por el tornado en el sur de Estados Unidos
El papa Francisco ha rezado el ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro en este 5º domingo de Cuaresma. Una oportunidad para recordar la cercanía del pontífice con la “martirizada” Ucrania, así como para invitar a la oración por Siria y Turquia, poblaciones para las que se ha organizado una colecta tras el reciente terremoto. El Papa también ha invitado a la solidaridad con las poblaciones del Mississippi, en Estados Unidos, que han sido afectadas por un tornado.
Comentando el evangelio de la resurrección de Lázaro (cf. Jn 11,1-45), el Papa ha señalado que en este texto “Jesús da vida incluso cuando parece que ya no hay esperanza”. Para Francisco, a veces, alguien puede “sentirse desesperanzado, o encontrarse con personas que han perdido la esperanza: a causa de una pérdida dolorosa, una enfermedad, una amarga decepción, un agravio o una traición sufrida, un grave error cometido. A veces oímos: “¡Ya no hay nada que hacer!”. Son momentos en los que la vida parece una tumba cerrada: todo está oscuro, a nuestro alrededor sólo vemos tristeza y desesperación”.
Ante esto, respondió Bergoglio, “Jesús, hoy, nos dice que no es así, que en esos momentos no estamos solos, al contrario, que es precisamente en esos momentos cuando Él se acerca más que nunca para devolvernos la vida. Llora con nosotros, como lloró por Lázaro”, destacó el pontífice. “Esto es lo que Jesús nos dice. Quita la piedra: el dolor, los errores, incluso los fracasos, no los escondas dentro, en una habitación oscura, solitaria, cerrada. Quita la piedra: saca todo lo que hay dentro, échamelo a mí con confianza, sin miedo, porque estoy contigo, te amo y quiero que vuelvas a vivir”, reiteró Francisco. “¡Levántate, vuelve al camino, recupera la confianza! Te llevaré de la mano, como cuando eras niño y aprendías a dar tus primeros pasos”, clamó el Papa. “No cedas al pesimismo que deprime, al miedo que aísla, al desánimo causado por el recuerdo de las malas experiencias, al temor que paraliza. ¡Te quiero libre y vivo, no te abandonaré y estoy contigo! No te dejes aprisionar por el dolor, no dejes morir la esperanza: ¡vuelve a la vida!”, insistió. Francisco recalcó que “quizás también nosotros en este momento llevamos en el corazón algún peso o algún sufrimiento, que parece aplastarnos. Entonces es el momento de quitar la piedra y salir al encuentro de Jesús, que está cerca”.