América

Este 27 de marzo América Latina y el Caribe conmemora el Día Mundial de la Esperanza

Organizaciones eclesiales con auspicio del Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro y el Dicasterio para la Comunicación del Vaticano animan la iniciativa





Este 27 de marzo se conmemora el Día de la Esperanza. Así han establecido, desde 2022, organizaciones eclesiales de América Latina y el Caribe con auspicio del Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro y el Dicasterio para la Comunicación del Vaticano.



Entre las organizaciones latinoamericanas se encuentran: El Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR), la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC), la Red Eclesial Panamazónica (Repam) y Cáritas América Latina y el Caribe.

Este año proponen participar activamente por las redes sociales respondiendo a la siguiente cuestión: ¿Qué es la esperanza para ti? Toda vez que piden muestren con ejemplos porqué es necesaria la esperanza.

En su mensaje pueden incluir imágenes, que serán entregadas al Papa Francisco en una publicación. Su participación pueden registrarla en: https://diamundialdelaesperanza.org/ donde aparecerá geolocalizada y el espacio permanecerá abierto para sumar mensajes hasta el 27 de abril 2023. El sitio se encuentra disponible en español, portugués e inglés.

Inspirados en el ejemplo del Papa

Sus organizadores han definido el Día Mundial de la Esperanza como “una invitación abierta a todas las personas a recorrer juntos, más allá de las diferencias, un camino de construcción de acciones concretas en distintas áreas temáticas en un mundo que necesita esperanza”.

Para ello, han recordado que esta iniciativa nace a partir de la bendición ‘Urbi et Orbi’ del papa Francisco aquel 27 de marzo de 2020, en una vacía plaza de San Pedro, bajo la pregunta ¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?

El Sumo Pontífice alegó que la pandemia dejó al descubierto “esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades”.

“Todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas ‘salvadoras’, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad”, apuntó.

En medio de estas adventicias se pueden encontrar también indicios de esperanza sobre todo en ese símbolo de navegar en las misma barca, por ello, la esperanza “es una de las virtudes más fuertes”, que estimula la construcción del futuro, porque “cuando todo es incierto nos aferramos a la esperanza, que es activa y da las fuerzas para seguir luchando por lo que en verdad se quiere”.

Foto: Celam

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