El Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR) ultima en estos días los detalles de la 52ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, que se celebrará del 12 al 15 de abril en el Aula Magna de la Universidad CEU-San Pablo (C/Julián Romea, 23 Madrid) con el tema con el tema ‘Entretejer itinerarios de esperanza’. Sobre ello hablamos con una de las ponentes, Ianire Angulo Ordorika, religiosa Esclava de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios y profesora de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola.
PREGUNTA.- ‘Entretejer itinerarios de esperanza’ en Pascua. ¿Es el tiempo propicio?
RESPUESTA.- La Pascua es, sin duda, el mejor momento para hablar de la esperanza. La victoria de la Vida y el amor sobre la muerte que celebramos en este tiempo es el fundamento de nuestra esperanza, que no se sostiene sobre nuestras capacidades sino sobre la promesa de Dios. La tentación del desánimo y la desesperanza siempre “nos ronda” a los cristianos, de ahí que convenga renovar esa invitación a hacer caminos de esperanza.
P.- ‘Vivir según lo que se espera’. ¿Nos lo explica en cristiano?
R.- El título sugiere algo que todos experimentamos: que una cosa es lo que sabemos y pensamos… y otra muy distinta lo que experimentamos y vivimos en el día a día. El Magisterio de la Iglesia ha hablado de la Vida Consagrada como “signo escatológico”, como señal que apunta a la plenitud del sueño de Dios, pero en la práctica no es difícil que seamos más jeroglífico que signo. Como intentaré expresar en mi comunicación, vivir según se espera tiene que ver con el arte de tener los pies plantados en la cruda realidad y, a la vez, mantener la mirada en el horizonte de aquél ideal al que nos sentimos llamados. ¡Todo un reto!
P.- La Vida Consagrada en este momento ¿tiene motivos de esperanza?
R.- La respuesta a esta pregunta dependerá de qué entendemos por esperanza. Si nos quedamos en hacer balance de números, obras, tono vital, edad… es fácil que caigamos en el desánimo que nace de valorar la realidad desde nuestras propias fuerzas y posibilidades. Los motivos para la esperanza no son evidentes a los ojos, como decía ‘El Principito’. Esta vocación solo tiene sentido sostenida en Aquel que nos llama y, por eso, solo desde una mirada creyente podremos descubrir la certeza de la resurrección ahí donde otros solo ven un sepulcro abierto.
P.- Este año reflexionarán consagrados, laicos y sacerdotes. También hombres y mujeres a la par, ocho y ocho. ¿La sinodalidad era esto?
R.- Bueno, creo que sinodalidad es eso y mucho más. Me parece significativo e importante que haya paridad en las voces de esta Semana de Vida Consagrada, especialmente porque la mayoría de las que formamos parte de esta vocación somos mujeres. Con todo, la sinodalidad es mucho más que una mera cuestión de equilibrios. Se trata de dar carta de ciudadanía a todas las voces, escucharlas y establecer caminos en los que podamos discernir juntos. Es más complejo, más desafiante, pero más enriquecedor. Por supuesto que es un buen comienzo escuchar lo que tenemos que decir las mujeres sobre nuestra vocación.