Migrantes de diferentes nacionalidades que se encuentran viviendo en albergues a lo largo y ancho del país se unieron en llamado ‘Viacrucis del migrante’, organizado por la Dimensión Episcopal de la Pastoral de Movilidad Humana (DEPMH), para unir sus sufrimientos a los de Cristo.
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Para lograr la participación, tanto de los hermanos que han decidido dejar su país, como de los agentes de pastoral migratoria, la iniciativa se llevó a cabo de manera digital, y estuvo presidida por el obispo de Ciudad Juárez, José Guadalupe Torres, responsable de dicha dimensión.
La esperanza de una vida mejor
El padre Julio López, secretario de la DEPMH, explicó que el objetivo del ‘Viacrucis migrante’ fue unir a varias de las casas del migrante en oración, a fin de “rezar y meditar las estaciones del viacrucis de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo”.
Asimismo -dijo- para “hacer presente el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas migrantes que recorren los caminos en busca de una vida mejor; nos unimos en oración por cada uno de ellos con la misma esperanza que los anima a caminar, para que un día puedan alcanzar la alegría y felicidad de esa vida nueva que Cristo mismo nos da“.
Indiferencia e indolencia
En cada estación del viacrucis participó una casa de migrante con diferentes mensajes; entre ellas, estuvo la casa del migrante El Samaritano, donde al meditar en la realidad, dijeron: “encontramos que muchos hermanos migrantes nuestros han sido desfigurados, maltratados, mutilados y asesinados; descubrimos que hemos ido perdiendo la sensibilidad ante el dolor ajeno”.
“Nos encontramos ante el desafío de la deshumanización en la sociedad; pareciera que ya no nos sorprende las atrocidades y crueldades que a diario se cometen contra las personas migrantes; pareciera que las injusticias y los atropellos en contra de los hermanos nuestros ya no nos dice nada… la indiferencia y la indolencia han endurecido nuestro corazón”, se leyó.
Con la esperanza puesta en Jesús y María
Por su parte, el obispo José Guadalupe resaltó la importancia de la esperanza puesta en la celebración próxima de los 2000 años de la Redención y los 500 del Acontecimiento Guadalupano.
En ese sentido, pidió ver “los desafíos de la violencia, la situación de los migrantes y su dolor, los jóvenes, la familia, mujeres y la creación, verlos con esperanza a la luz de nuestra fe”.