Durante el fin de semana se realizó el Encuentro Nacional de Laicos, organizado por la Coordinación Nacional de Laicos de la Conferencia Episcopal Paraguaya, en Caacupé. El obispo del lugar, Ricardo Valenzuela; Celestino Ocampo, Obispo de Carapeguá y el p. Heriberto Fernández, asesor diocesano, acompañaron a los movimientos y comunidades eclesiales presentes en estas jornadas.
El Encuentro se centró en las reflexiones como discípulos misioneros, “llamados a ser instrumentos del Espíritu de Dios, para que Jesucristo sea seguido, amado, adorado y anunciado a todos”.
Junto con el mensaje del papa Francisco sobre “La corresponsabilidad de los laicos en la Misión”, los temas analizados fueron: “Identidad, espiritualidad, misión y apostolado de los laicos”, con la reflexión guiada por los laicos Genaro Fernández y Eudelio Cardozo, y el obispo Ocampo.
Algunas consideraciones de esos ejes clarificaron que, por su identidad bautismal, el laico asume su compromiso en cada realidad social, política, económica, eclesial e intentando encarnar valores y virtudes que contribuyen a la comunión, al diálogo, y a la participación.
Es compromiso de ellos la instauración del “Reino de Dios y su justicia”, aportando sal, luz y testimonio del Evangelio, siendo un modelo la figura del samaritano compasivo para este tiempo y esta cultura para la transformación eclesial y social. Además, se recordó que deben contribuir a la santificación del mundo.
En algunas áreas del orden temporal se considera necesaria la acción de los laicos:
En grupos se dialogó sobre los modos de ofrecer testimonios de vida en los diversos ambientes (laboral, educativo, social, familiar) en cuanto a problemáticas complejas de salud, tenencia de tierras, sistema habitacional, entre otros.
Asimismo, se analizó cómo responder al llamado desde la modalidad: profeta-sacerdote-rey, en el contexto actual. Se compartieron estos resultados:
En la celebración de la Misa, Celestino Ocampo invitó a los laicos a dar testimonio y coherencia de vida en los diferentes ámbitos, a dejarse interpelar por la palabra de Dios, no ser cómplices de las injusticias y de la corrupción; anunciar a Cristo siendo misericordiosos con los más vulnerables.