Entró en el mundo de las cofradías a través de la Hermandad de Los Javieres de Sevilla, con apenas 16 años y en una época en la que ellas, que estudiaban en las carmelitas de la caridad de santa Joaquina de Vedruna, aunque podían formar parte de las hermandades y ayudar a preparar los pasos y la ropa de los acólitos, no podían procesionar. Pero llegaría la Semana Santa de 1985 y ella sería, junto a otras cuatro mujeres, las primeras en vestir la túnica de penitentes en una hermandad sevillana y salir a evangelizar por las calles.
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Que debajo de esa vestimenta no había hombres sino aquellas primeras mujeres que marcarían el paso solo lo sabían ellas, la Junta de Gobierno de la Hermandad de Los Javieres y el cardenal arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo. Años después, Vilches llegaría a ser la primera hermana mayor de una hermandad sevillana. Una tarea a la que reconoce que llegó “por la mano de Dios” y que no fue nada fácil, aunque siempre contó con personas en las que apoyarse a pesar de ser la única mujer “en un mundo de hombres”
PREGUNTA.- Su interés por el mundo cofrade comenzó siendo muy joven, ¿qué fue lo que vio en él que la enamoró?
RESPUESTA.- Lo cierto es que entré por todo lo que tiene que ver con la caridad. Los Javieres siempre han llevado esto muy en primera línea, y el tratar la caridad y la vida social ha sido muy importante para ellos, fundamentalmente en la casa de acogida del Niño Jesús de Sevilla, donde ellos ejercían la caridad muy intensamente.
P.- Esa acción social y caritativa es un aspecto todavía desconocido de las cofradías…
R.- Las cofradías parece que tienen una imagen ligada a un culto externo muy brillante, de cuidar sus titulares, sus imágenes, y que ahí se quedan, pero no es así. Hay todo un mundo interno en las cofradías en el que no solo existe esta idea profunda de la caridad y del prójimo, sino que se lleva a cabo continuamente. Lo que pasa es que, en ese sentido, se tienen muy presentes aquellas palabras que decía Jesús de que no se entere la mano izquierda de lo que hace la derecha. Pero todas las hermandades de Sevilla ejercen la caridad y la acción social de una manera extraordinaria, y de eso tengo constancia.
P.- Este interés por lo social le lleva acompañando toda su vida. Ahora, de hecho, tiene su propia asociación caritativa…
R.- Así es, la Asociación Maruja Vilches con el Polígono Sur, con la que creo que estamos haciendo mucho bien en esta zona de Sevilla. Nos dedicamos a colaborar con la parroquia del Jesús Obrero, así como la guardería La Providencia y, en general, a dar apoyo en todo lo que sea necesario en las Tres Mil Viviendas. Es una zona que sale en las noticias, pero que en realidad está muy olvidada.
Hacia el bienestar de la mujer
P.- ¿Cómo fue esa primera vez que salieron a procesionar con el conocimiento del cardenal Amigo?
R.- Creo que, como pasa en toda la sociedad, vamos avanzando en torno al bienestar de la mujer, porque no cabe duda que si miramos a lo largo de la historia este papel ha ido evolucionando de una manera favorable. No soy tan negativa como para pensar que no se ha conseguido mucho, porque sí que lo hemos hecho, y creo también que estamos en vías de conseguir esa igualdad tan necesaria que en algunos aspectos no se ha logrado.
Pienso que las hermandades también eran conscientes de esto ya en 1985, y era evidente que no se podía defender que no procesionaran las mujeres. Y, también en el caso de mi hermandad y de su junta de gobierno, llegaron a pensar que por qué no iban las mujeres a poder evangelizar por las calles. Entonces decidieron que se iba a hacer una prueba y lo consultaron con don Carlos Amigo, quien dijo que sí inmediatamente. Era un hombre muy avanzado a su tiempo, y él sabía que la mujer tenía que entrar de lleno no solo en las cofradías, sino en la Iglesia en general.
P.- ¿Cómo fue la reacción de la gente?
R.- Fue una reacción muy buena. Aquello tuvo una repercusión en las cofradías y en el propio Consejo de Hermandades muy positivo, porque al año siguiente fueron ya varias hermandades las que dieron el paso al frente y admitieron en sus filas a mujeres para salir a las calles. Las que estuvieron más rezagadas y lo dejaron para más adelante, realmente fue porque ese cambio dependía de sus reglas y de todo un trámite burocrático, pero poco después se llegó a la plenitud totalmente.
Foto: Kiko Hurtado