Vaticano

Francisco, en la Vigilia Pascual: “Una vida nueva” frente a “las tumbas” de la guerra y la corrupción

Tras su ausencia en el viacrucis del Coliseo del Viernes Santo, el Papa preside la eucaristía más importante del calendario católico en la basílica de San Pedro





Tras la ausencia en el Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo, el papa Francisco reapareció para la Vigilia Pascual. Una celebración en la que se han adaptado algunos momentos a la dificultad de movimiento del pontífice. El cardenal Arthur Roche como prefecto del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha sido el encargado de realizar la Plegaria eucarística y otros momentos de la celebración.

Además, para esta ocasión el Papa, que ha presidido con capa pluvial, ha estrenado este ornamento regalado por el naciente taller del sacerdote Simone Unere, rector del Santuario de la Virgen del Portone de Asti –tierra de la que provienen los antepasados de Bergoglio–. La costurera Marina Bergantin ha confeccionado esta capa que se ha convertido en la primera pieza, además con garantías ecológicas, que sale del taller “Nardos”, que acoge un proyecto de Cáritas diocesana en el propio santuario.



La liturgia de la que es “la madre de todas las vigilias”, según san Agustín, comenzó en penumbra en el atrio de la basílica de San Pedro con el encendido del cirio en torno a una pequeña hoguera, aunque se ha mantenido el horario ‘pandémico’, iniciando la vigilia a las 19:30 h. Ya en el interior del templo donde poco a poco se fue haciendo la luz hasta brillar con todo su esplendor la basílica, siguiendo los ritos de esta Noche Santa de la salvación, la celebración prosiguió con la procesión hasta el altar. Ya a plena luz con el canto del ‘Exsultet’, el pregón pascual, fue el primero de los progresivos anuncios de la resurrección que se encadenan en este inicio del día de Pascua.

Nuevos cristianos

Después se proclamaron algunas lecturas bíblicas, en las que se ha evidenciado el desarrollo de la historia de la salvación en torno al momento central de la Resurrección, narrado en el evangelio de Mateo aclamado en el Gloria, a través de sonido de todas las campanas de la basílica, y pregonado con el Aleluya solemne.

En esta celebración también algunos catecúmenos han celebrado los sacramentos de la iniciación cristiana –bautismo, confirmación y Primera Comunión– de las manos del papa Francisco. En este caso han sido 8 personas: 3 de Albania, 2 de Estados Unidos y uno de Italia, Nigeria y Venezuela. Sus nombres son Biliannis Guillermina Alvarez Chirinos, Almira Ismailaj, Elton Ismailaj, Ermelina Ismailaj, Auriea Louise Veronica Harvey, Destiny Chigoziem Osonyeokele, Francis Xavier Phi y Omar Sais. La última parte de la Vigilia fue, siguiendo siempre la estructura del misal, la dedicada a la liturgia eucarística.

Frente al desánimo

Antes de esto, al comienzo de su homilía, el papa Francisco se fijó en las mujeres que “pasan del triste camino hacia el sepulcro a la alegre carrera hacia los discípulos, para decirles no sólo que el Señor había resucitado, sino que hay una meta a la que deben dirigirse sin demora, Galilea”. Este “camino de los discípulos que va del sepulcro a Galilea” es muy humano. “También nosotros, cuando hemos sido atenazados por el dolor, oprimidos por la tristeza, humillados por el pecado; cuando hemos sentido la amargura de algún fracaso o el agobio por alguna preocupación, hemos experimentado el sabor acerbo del cansancio y hemos visto apagarse la alegría en el corazón”, rememoró el pontífice.

A la par, alertó de la necesidad de escapar “del poder del mal, ante los conflictos que dañan las relaciones, ante las lógicas del cálculo y de la indiferencia que parecen gobernar la sociedad, ante el cáncer de la corrupción, ante la propagación de la injusticia, ante los vientos gélidos de la guerra“.

La basílica de San Pedro, repleta de fieles, durante la celebración de la Vigilia Pascual. EFE/EPA/GIUSEPPE LAMI

Francisco pensó en quienes experimentan que “nuestros caminos se detienen frente a las tumbas y permanecemos inmóviles llorando y lamentándonos, solos e impotentes, repitiéndonos nuestros ‘por qué’” por la rutina, la indiferencia, el poder del mal, la injusticia o la enfermedad. Frente a la parálisis, el Papa señaló que el mandato de ir a Galilea significa “salir del encierro del cenáculo para ir a la región habitada por las gentes, salir de lo escondido para abrirse a la misión, escapar del miedo para caminar hacia el futuro” y “volver a los orígenes, porque precisamente en Galilea había comenzado todo”, es decir “recuperar la memoria que regenera la esperanza, la ‘memoria del futuro’ con la que hemos sido marcados por el Resucitado”.

Memoria del encuentro

La Pascua, insistió Bergoglio, “nos impulsa a ir hacia adelante, a superar el sentimiento de derrota, a quitar la piedra de los sepulcros en los que a menudo encerramos la esperanza, a mirar el futuro con confianza, porque Cristo resucitó y cambió el rumbo de la historia”. Para ello, insta a revivir “esa experiencia en la que encontramos al Señor, sentimos su amor y recibimos una mirada nueva y luminosa sobre nosotros mismos, sobre la realidad, sobre el misterio de la vida”. Volver “no al encuentro de un Jesús abstracto, ideal, sino a la memoria viva, concreta y palpitante del primer encuentro con Él”, invitando: “¡recuerda y camina! Si recuperas el primer amor, el asombro y la alegría del encuentro con Dios, irás hacia adelante”.

El Papa invitó a recordar ese momento en que Jesús “para ti dejó de ser un personaje histórico como otros y se convirtió en ‘la persona más importante de tu vida’. No es un Dios lejano, sino el Dios cercano, que te conoce mejor que nadie y te ama más que nadie”. Propuso hacer memoria “de esa experiencia fuerte en el Espíritu; de la alegría inmensa que sentiste al recibir el perdón sacramental en aquella confesión; de ese momento intenso e inolvidable de oración; de esa luz que se encendió dentro de ti y transformó tu vida; de ese encuentro, de esa peregrinación”.

“Hoy la fuerza de la Pascua nos invita a quitar las lápidas de la desilusión y la desconfianza. El Señor, experto en remover las piedras sepulcrales del pecado y del miedo, quiere iluminar tu memoria santa, tu recuerdo más hermoso, hacer actual el primer encuentro con Él”, recalcó el Papa. “Revivamos la belleza del momento en que, después de haberlo descubierto vivo, lo proclamamos Señor de nuestra vida”, concluyó el pontífice desando que “¡resurjamos a una vida nueva!”.

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