El Papa no hace la homilía durante esta misa a la que sigue el mensaje pascual y la bendición Urbi et orbi
La mañana de Pascua en la Plaza de San Pedro siempre es florida. Una vez más, el atrio de la basílica ha contado con adornos florales de los Países Bajos y del noroeste de Italia. Un escenario al que han acompañado palmeras de la región italiana de Umbría y en la que los trabajadores de la Gobernación Vaticana han contado con la colaboración de algunos floristas eslovenos. En la celebración de la misa han participado unos 45.000 fieles desde la plaza.
El papa Francisco ha celebrado la misa del día de la resurrección de Cristo rodeado de un inmenso jardín formado por más de 38.000 flores y plantas procedentes de los Países Bajos –y bendecidas por el obispo de Rotterdam– entre tulipanes, narcisos, jacintos, crisantemos, rosas o azaleas. Un trabajo que dirige Piet van Burg con un grupo de voluntarios. Con la supervisión del Departamento de Jardines y Medio Ambiente de la Dirección de Infraestructuras y Servicios de la Gobernación, en el diseño ha incluido una inaudita celosía. Las diferentes flores se han comenzado a colocar a partir del Sábado Santo para que muchas de ellas florezcan en la misma noche de Pascua como símbolo de la Vida Nueva de Cristo.
La celebración de la misa ha comenzado con un rito particular de la misa papal: el ‘Resurrexit’. Durante el canto, al comienzo de la celebración, los diáconos abrían las portezuelas de un icono bizantino de la Resurrección –el llamado icono ‘Acheropita’, es decir, no pintado por mano humana, que se encuentra en la basílica de San Juan de Letrán–. Este símbolo, de claro sabor oriental, recuerda a Pedro como primer testigo de la Resurrección y por eso se repite ante el Papa, sucesor del príncipe de los apóstoles. También se ha proclamado el evangelio en latín y en griego. Y es que en esta ocasión la liturgia papal remarca la coincidencia de fecha con la primera luna nueva de primavera para celebrar el día de la Pascua.