Cono Sur

Los obispos patagónicos pidieron comprometerse con este tiempo de la historia

Reclamaron no perder la esperanza y animarse a la construcción de la Patria, a 40 años de democracia ininterrumpida





“Sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”, recordaron en el mensaje pascual los obispos de la región Patagónica de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), que son las palabras finales del Evangelio de Mateo que sostiene y alienta a los discípulos. Y agregaron: “¡No perdieron la Esperanza! ¡El Señor seguía con ellos!”.
Firmaron este mensaje los obispos de: Alto Valle del Río Negro, Alejandro Benna; Fernando Croxatto, obispo de Neuquén; Jorge García Cuerva, titular de Río Gallegos, y su auxiliar, Fabián González Balsa; el obispo titular y auxiliar de Comodoro Rivadavia, Joaquín Gimeno Lahoz y Roberto Álvarez, respectivamente; Esteban Laxague, sdb, obispo de Viedma; José Slaby, c.ss.r., prelado de Esquel; Virginio Bressanelli scj, emérito de Neuquén; Néstor Navarro, emérito de Alto Valle; Juan Carlos Romanín, sdb, emérito de Río Gallegos; y Jan Branco, administrador diocesano de San Carlos de Bariloche.
Enumeraron los hechos de estos cuarenta días de preparación para la fiesta central de la fe, y lo referenciaron al pueblo argentino que este año cumple 40 años de democracia ininterrumpida, sumando también el derecho de expresarse en las próximas elecciones.

Tiempo nuevo

Después de concluir el tiempo cuaresmal, los prelados del sur del país expresaron el deseo de recoger el significado en estos momentos de “nuestra historia”, que pretende ser un tiempo nuevo y de recreación, un camino hacia la libertad, donde no falte el silencio, la oración y la reflexión para no caer en la frustración y en las tentaciones. En este tiempo pascual, pretende renovar la alianza de comunión, confianza y amor con Jesús “camino, verdad y vida”.
Se preguntaron si podrán estos momentos ser asumidos para poder caminar en la esperanza. Creen que hay algo oculto en la fibra del “ser argentino” que anima a soñar esa posibilidad. El triunfo del mundial permitió un sentimiento de pueblo unido, sin grietas, con los colores de la bandera, sin partidismos ni ideologías. Agregaron que en aquel momento “respiramos ‘el gusto espiritual de ser pueblo”, como dice el papa Francisco. Hubo un reconocimiento de cercanía y hermandad bajo un mismo sentir y una misma pasión, que brindó identidad y que “esconde una fuerza de unidad, de bien común, de alegría compartida, de gratuidad, ¿cómo no aprovecharla?“, señalaron los obispos.
Los obispos patagónicos manifestaron que “Cuarenta años de democracia no han sido fáciles”: celebraciones y festejos, encuentros y desencuentros, de quejas, desconfianzas y enojos, conflictos, sufrimientos, crisis, divisiones y enfermedades. Tiempos de un pueblo que aquel que caminó en el desierto en busca de una tierra que ‘manaba leche y miel‘ y perdía el entusiasmo y la credibilidad en Dios y hacía uno a su medida, “pero como ellos, solo caminando juntos, escuchando más hondo al Dios que los guiaba llegaron a su tierra“.

Fuerza imparable

En el mensaje pascual los miembros de la región patagónica reconocieron que muchas veces parece que Dios no existiera: hay injusticias, indiferencias, crueldades y maldades, pero resaltaron que aún el el medio de la oscuridad comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce frutos. La “resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable”.
Asimismo, señalaron que cada día en el mundo renace la belleza; y los valores tienden siempre a reaparecer con nuevas formas, “y de hecho el ser humano ha renacido muchas veces de lo que parecía irreversible. Esa es la fuerza de la resurrección (EG.275/6)”.
Reafirmaron que cada uno puede ser protagonista de una fuerza de vida. No hay que dejarse robar la esperanza, ni la historia, las raíces y principios, la cultura. Si hay que animarse a dar el paso para construir la Nación que queremos: acudir a las urnas con la responsabilidad de ser ciudadanos con deberes propios y derechos, con respeto hacia el vecino, contribuyendo en tributos y servicios, optando por la no violencia, el bien del trabajo propio, “críticos de nosotros mismos y de las autoridades que elijamos”.
“¡Cuánto por construir aún!”, aseveraron los obispos del sur del país, y aseguraron que la fe en el Resucitado no los deja bajar los brazos. Pidieron que María Auxiliadora, patrona de la la Patagonia, siempre cercana los ayude a comprender la fuerza del Amor de Dios.
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