En reuniones con candidatos a cargos electivos, dialogaron sobre los principales temáticas de urgente resolución
Los obispos de Tucumán, con el equipo de pastoral social y otras instituciones de la mesa de diálogo están desarrollando estas instancias de intercambio con los candidatos de la próxima elección para presentarles sus inquietudes sobre la situación social, como voceros de aquellas preocupaciones que vive el pueblo de la provincia.
Esta iniciativa está sostenida por la construcción del bien común, con la participación de todos con esperanza, alegría y diálogo fraterno.
Enumeraron algunas de los ejes más urgentes a resolver: la marginación y la pobreza extrema; la generación de fuentes de trabajo; el cuidado de la vida, y la salud de todos; la lucha contra el narcotráfico, y la inseguridad; la transparencia en la administración pública y la lucha contra toda forma de corrupción; y el respeto a la ley.
Destacaron que para que la persona ser protagonista de su propia dignidad lo debe hacer desde un trabajo digno. Es necesario aumentar las nuevas fuentes de trabajo y sostener las existentes cuidando los derechos sociales. Recordaron que el papa Francisco había manifestado “que los subsidios sólo pueden ser una ayuda provisoria… porque el gran objetivo es brindar fuentes de trabajo diversificadas, que permitan a todos construir el futuro con el esfuerzo y el ingenio”.
Según las últimas estadísticas, Tucumán tiene muchas familias en la pobreza y en la indigencia. La alta desocupación es sinónimo de pobreza y exclusión, y las tasas de empleo informal contribuyen a una mayor marginación.
Otro tema destacado es el de la educación entendido como una dimensión imprescindible para el desarrollo y la dignidad. Interesa el acceso equitativo a la educación, la reducción de la deserción escolar porque muchos no completan su educación, el crecimiento de la violencia escolar; el insuficiente o la falta de un genuino compromiso con la dignificación docente y el cuidado de las instituciones educativas.
En este planteo se reiteró que cada vida humana, “es única e irrepetible, es un valor inestimable en sí misma”. Señalaron la importancia de la calidad de vida de las personas que “está fuertemente vinculada a la salud de las instituciones de la Constitución, cuyo deficiente funcionamiento produce un alto costo social”.
Esta calidad y viabilidad de la vida es sinónimo de la calidad de la salud, que se entiende como un estado de completo bienestar físico, mental y social y fruto del cuidado del medio ambiente, asumiendo no sólo el bien colectivo, sino el patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos. Según explicó la Iglesia de Tucumán, estas dos dimensiones de la vida que no deberían estar ausente en las políticas públicas.
También se plantearon las dificultades en el acceso a la salud: preocupa la disminución, el cansancio y el desaliento del personal de salud; las demoras en los centros de atención médica pública; la falta de servicios imprescindibles en zonas alejadas; preocupa la ineficiencia y las limitaciones en la gestión de residuos y desechos comunes y cloacales, especialmente en las comunidades periféricas.
Otro de los temas más preocupantes es el de los flagelos y dramas que destruyen la vida: el narcotráfico y la inseguridad
Expresaron que el narco negocio está ampliamente instalado en Argentina, matando y destruyendo familias a su paso. Denunciaron que “a esta situación de desborde se ha llegado con la complicidad y la corrupción de algunos dirigentes. La sociedad a menudo sospecha que miembros de fuerzas de seguridad, funcionarios de la justicia y políticos colaboran con los grupos mafiosos y esta realidad debilita la confianza y desanima las expectativas de cambio”. El narcotráfico destruye la vida de las personas, de quienes consumen y de sus familias y amigos, entrando el daño como un espiral y con crecimiento geométrico. Expresaron que hay que asumir la lucha con quienes generan este negocio.
Se suma a esto el crecimiento de la violencia, en las diversas realidades, sin distinguir barrios, edades, situaciones económicas, con pérdida de vidas. Se habló de grupos menores que se organizan para delinquir hasta de bandas armadas, verdaderas mafias. Según estimaron esta violencia, en muchas ocasiones, tiene la complicidad de las dirigencias políticas y de los miembros de las fuerzas de seguridad.
En cuanto a las conductas sociales, indicaron que la ética es necesaria para el bien común y una cultura de la transparencia. El gran flagelo en contra de este principio es el de la corrupción, en los ámbitos privados y públicos. La corrupción alcanza al conjunto de la sociedad porque los bienes que son para el servicio de todos, terminan ilegítimamente sujetos a la voluntad y goce de unos pocos.
Una herramienta de la cual Tucumán adolece es el acceso a la información, como herramienta esencial para combatir la corrupción y hacer real el principio de transparencia en la gestión pública y mejorar la calidad institucional. La falta de esta herramienta promueve la cultura del secretismo. Todo ciudadano tucumano tiene derecho a conocer la manera en la que sus gobernantes y funcionarios públicos se desempeñan y tiene derecho a la rendición de cuentas y a la transparencia por parte del Estado.
Otra preocupación tiene que ver con los privilegios y favoritismos y la preferencia de conceder cargos y responsabilidades a familiares y conocidos en la función pública. Creen que lo que avala una designación o candidatura es la equidad, la ecuanimidad, el compromiso genuino y el mérito que se logra a través del acceso por concursos públicos, abiertos, transparentes.
La Iglesia tucumana también abogó para que las autoridades y dirigentes de la sociedad deben ser respetuosos y defensores de las leyes y de las instituciones vigentes. Tienen la obligación de velar por el respeto incondicional a la Constitución Nacional y hasta las leyes y las normas que rigen los aspectos más cotidianos. Los distintos poderes del estado deben ser garantes y gestionar para que no sucedan delitos electorales ni delitos comunes.
Sinceraron su preocupación por la anomia y la indiferencia social que aparece cuando las reglas sociales se han degradado, se han eliminado y ya no son respetadas. “Las consecuencias de la anomia van desde la inadaptación a las normas sociales, hasta la trasgresión de las leyes y las conductas antisociales”.
Advirtieron que hay un creciente escepticismo de la comunidad tucumana que se refleja en la falta de confianza en la política, en la apatía ante la clase dirigente. Propusieron impulsar y fortalecer el protagonismo de los jóvenes para evitar la indiferencia y el escepticismo ciudadano. Es importante la construcción colaborativa en políticas públicas con herramientas que garanticen la participación y con mecanismos generadores de pertenencia.
Finalmente, subrayaron que cada uno de los candidatos expresó una profunda disposición a trabajar y colaborar efectivamente en la edificación del bien común de la provincia, desde las comunidades, las instituciones y las organizaciones.