Anthony Igbokwe: “¡Reivindiquemos la función utópica de la vida consagrada!”

  • El claretiano africano abre la tercera jornada de la 52ª Semana de Vida Consagrada
  • “La óptica utópica nos posibilita ojos sacramentales para ver en la vida consagrada más de lo que es”

Anthony Igbokwe en la 52ª Semana Nacional para la Vida Consagrada

“Es bueno seguir reivindicando la función utópica de la vida consagrada, que se basa en una auténtica esperanza cristiana”. Así lo ha expresado el misionero claretiano africano Anthony Igbokwe, durante su ponencia, titulada ‘La vida consagrada, un camino de utopía evangélica de plenitud’, durante la 52ª Semana Nacional para la Vida Consagrada, que este año se celebra del 12 al 15 de abril bajo el lema ‘Entretejer itinerarios de esperanza’.



El claretiano ha comenzado su intervención con muchas preguntas: “¿Será la vida consagrada una negación de la vida? ¿Será la vida consagrada un desbaratamiento de la persona humana? ¿Podría ser esta una de las principales causas de la escasez de vocaciones a la vida consagrada en algunas partes del mundo?”.

Pero no se ha quedado solo aquí, pues, “a la luz del carácter poco común de la vida consagrada no está demás preguntar: ¿qué justifica la opción por un estilo de vida caracterizada por tres votos que no solo desafían la posibilidad humana de cumplirlos, sino que, a primera vista, parecen recortar las posibilidades del desarrollo humano cuando no impedirlo totalmente?”.

Los pecados de la vida consagrada

“La vida consagrada refleja también los pecados y defectos de nuestro ambiente. Con todo el pueblo de Dios somos peregrinos y como él tanteamos, entre oscuridades, tentaciones y ambigüedades de la vida, nuestro camino hacia la plenitud. Incluso reconozco, sin menosprecio de la entrega de muchos consagrados y consagradas que están dando testimonios de vida y esperanza en situaciones muy difíciles, que la vida consagrada no es en todo momento testigo del ideal evangélico”, ha puesto sobre la mesa el religioso.

Sin embargo, “llamados a ser promotores de esperanza en el mundo, no podemos nosotros vivir desesperanzados y perdernos en estériles lamentaciones”, pues “la óptica utópica nos posibilita ojos sacramentales para ver en la vida consagrada más de lo que es actualmente, pero únicamente por lo que es”.

Para Igbokwe, “el ideal, cuando es conocido o, por lo menos, presentido con claridad, pero sobre todo amado, es capaz de atraer y emancipar todas las energías de la persona de cualquier fuerza subyugante y ponerlas a la obra”. Por consiguiente, “reavivando y recuperando la pasión por la utopía evangélica, fuente del ideal de la vida consagrada, seremos capaces de apasionarnos por el mundo sin desvirtuar el carácter liminar de la vida consagrada, que nos permite seguir siendo voces proféticas en el mundo”.

Y ha añadido: “Si pierde de vista su ideal, se abdicará de su función profética y perderá su capacidad transformadora, haciéndose así incapaz de hacer frente a los desafíos del mundo contemporáneo”.

Fuerza profética

Según ha explicado, “si no celebramos el ideal de la vida consagrada, alabando su belleza, cantando su alegría, admirando su capacidad de humanizar y generar vida, de conducir a la plenitud, de procurar la mayor gloria de Dios y de manifestarla, corremos el riesgo de contribuir inadvertidamente a la crisis vocacional que estamos viviendo en algunas partes del mundo”.

Por ello, “es bueno, pues, confrontarnos con el ideal de la vida consagrada –que es a la vez su belleza– y tenerlo siempre presente para no caer en el pesimismo al ver el declive numérico de la vida consagrada en algunas partes del mundo”. “Ojalá, este declive numérico no vaya acompañado de una decadencia de su fuerza profética”, ha completado.

Antes de concluir, el claretiano ha pedido a los consagrados “avivar el fuego de don de Dios que hemos recibido para no desviarnos del camino de la utopía evangélica de plenitud con el que nos hemos comprometido por elección”.

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