“Jesús viene al mundo para enseñarnos el camino al cielo, para abrirnos las puertas, y esta es la gran alegría que celebramos en la resurrección”, ha dicho el Papa
El papa Francisco ha recibido esta mañana en audiencia, en el Palacio Apostólico Vaticano, a los miembros de la ‘Fundación Madre Esperanza’ de Talavera de la Reina (Toledo). Durante su discurso, el Pontífice ha recordado que el camino de la vida “es como ese viacrucis que habéis organizado todos los años para acompañar al Nazareno”.
“Por un lado”, ha continuado el Papa, “hay que preparar muchas cosas, aprender, aprender, experimentar… En definitiva, ayudarnos unos a otros, manteniendo mucha humildad para reconocer que no podemos hacerlo solos”. Después, “hay que pedirle al Señor la valentía de salir a la calle, retomando su imagen para que todos lo puedan contemplar. Y así, llevábamos a Jesús a los demás, aunque él no lo supiera, y lo arrebataban con sus gestos, con sus cantos, con sus oraciones”.
“En la vida, como en este viacrucis, todos tenemos un trabajo, una tarea. Jesús nos mira y se alegra de nuestro esfuerzo y del amor que somos capaces de transmitirnos”, ha señalado Francisco. Así, ha recordado, además, que “lo importante es que en el trabajo de cada persona fuimos capaces de ver toda la ilusión por aprender, la paciencia de sus profesores para enseñarles, el trabajo en equipo que es capaz de hacer que confluyan las distintas capacidades de cada uno en un resultado final que es todo amor”.
Por último, Francisco ha recordado que “la cruz bordada, de colores, invita a soñar con la resurrección. Jesús viene al mundo para enseñarnos el camino al cielo, para abrirnos las puertas, y esta es la gran alegría que celebramos en la resurrección: somos libres para hacer el bien, para caminar juntos hacia esta meta. Y nuestra cruz —es decir, el fuerzo, la paciencia, la fatiga— tiene como resultado una hermosa obra de arte, llena de color y esperanza, que nos lleva en el corazón con fuerza y el alma para seguir con ansias”.