El hermano de Emanuela Orlandi, desaparecida en el Vaticano hace 40 años, ha acusado a Wojtyla de “salir de noche y no precisamente a bendecir casas”
“Me dicen que Wojtyla, cada tanto, salía de noche con dos monseñores polacos y no iba precisamente a bendecir casas”. Estas son las duras declaraciones que hizo el pasado 4 de abril Pietro Orlandi, hermano de Emanuela -la joven desaparecida hace 40 años en el Vaticano-, en el programa de televisión ‘Di martedí’, en el que acusaba a Juan Pablo II de pederastia.
El papa Francisco, al concluir el Regina Coeli ha hecho una defensa cerrada del Papa polaco: “Hoy hacemos memoria de san Juan Pablo II, que en estos días está siendo objeto de suposiciones sin fundamento”. Se trata del tercer respaldo vaticano a Wojtyla, puesto que ya L’Osservatore Romano y su incondicional secretario, el cardenal Dziwisz, han salido a la palestra acusando al hermano de Orlandi de difamación.
La realidad es que han tenido que pasar 40 años para que la Justicia vaticana tome como asunto propio la desaparición de la adolescente Emanuela Orlandi –que ahora tendría 55 años–. En este tiempo de la investigación se había encargado diferentes instancias italianas ya que la muchacha, con ciudadanía vaticana, desapareció a pocos pasos de Piazza Navona o del Senado italiano al salir de una clase de música el 22 de junio de 1983. La nueva estrategia de defensa, impulsada por el hermano Pietro Orlandi, ha llevado el tema al congreso italiano y también a la fiscalía vaticana.
Pietro Orlandi fue convocado este martes, 11 de abril, por el promotor de justicia, el fiscal jefe del Vaticano, Alessandro Diddi quien, en declaraciones al ‘Corriere della Sera’ ha insistido que el papa Francisco quiere que “la verdad salga a la luz sin reservas” y que tiene una “voluntad de hierro” en este tema. “Sobre el caso Orlandi el papa Francisco y el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, quieren que la verdad salga a la luz sin reservas”, dice claramente el fiscal. Además ha reiterado que “en mi actividad no he recibido, ni sufrido, ningún tipo de condicionamiento ni en las investigaciones que estamos llevando a cabo ni en las ya realizadas”.
“No debe haber más equívocos sobre determinados documentos probatorios, ni sombras sobre las que pueda seguir pesando un halo de misterio”, reiteraba Diddi, que no quiere “en absoluto que se piense que de algún modo he preservado a alguien o encubierto alguna situación. No quiero correr ese riesgo, no puedo permitírmelo. En el Vaticano conocen estas prerrogativas mías y he recibido amplias garantías porque compartimos las mismas intenciones”, sentenciaba. El encuentro del hermano y su abogada, Laura Sgro, duró unas ocho horas.
Las autoridades italianas –con la colaboración de los organismos vaticanos pertinentes– han ido investigando a lo largo de los años y las líneas seguidas han sido variadas: una trama vinculada con el entonces encarcelado Mehmet Ali Agca, la implicación de la mafia romana con los problemas financieros del banco vaticano o, más recientemente, una trama de monseñores con menores. En todos estos procesos el Vaticano colaboró con la Justicia italiana e incluso organizó la apertura de dos tumbas en el Cementerio Teutónico a partir de un anónimo no muy creíble.