En julio de 2021, el papa Francisco fichó a esta teóloga argentina especializada en Doctrina Social de la Iglesia para la Pontificia Comisión para América Latina y, solo un año después, la nombraba secretaria de la entidad mano a mano con el filósofo mexicano Rodrigo Guerra. En estos días, Emilce Cuda ha viajado a Barcelona de la mano de la Fundación Valores Humanos y la Casa d’Espiritualitat Sant Felip Neri –de las religiosas filipenses– para impartir una conferencia sobre la ecología medioambiental como nuevo paradigma social.
PREGUNTA.- ¿La propuesta económica de Francisco es una utopía?
RESPUESTA.- Se puede hacer realidad y se tiene que hacer realidad. Esa frase lacónica que denuncia cómo “esta economía mata” no es solo un titular, es una llamada de atención real y urgente de que este sistema es insostenible. Hay pueblos enteros que han sido asesinados por este sistema arrollador. Para ellos, el desastre ecológico no es solo un problema de unos grados de temperatura o de la calidad del agua, sino de supervivencia, de aniquilamiento total.
Justamente, una de las cuestiones en las que insiste Francisco es que estamos ante una crisis de civilización que tiene como síntoma una crisis social y medioambiental que tiene que ver con el sistema productivo. Para el Papa, si hay una manera de salir de esta crisis, es a través de un cambio cultural que implique participación democrática en la economía y promueva un trabajo digno, porque el trabajo es el primer organizador social que puede crear desigualdad o fomentar el desarrollo de todos. Y este es uno de los principales pilares de la vida de un cristiano.
P.- ¿Cómo puede hacer realidad eso un ciudadano de a pie?
R.- La encíclica ‘Laudato si’’ está cargada de propuestas concretas, tanto para quienes tienen responsabilidades políticas y empresariales como para cualquier persona a la que se dan orientaciones sobre cómo consumir, cómo reciclar… Ahí está también la Agenda 2030 de Naciones Unidas, que perfila los dieciséis Objetivos de Desarrollo Sostenible, en la línea de ‘Laudato si’’, con medidas que ya comienzan a aplicarse.
P.- Dentro de la Iglesia hay quienes han lanzado una enmienda a la totalidad de la Agenda 2030 porque solo ven una mano negra de deconstrucción antropológica, propagación de la ideología de género…
R.- Puede que haya algunos puntos cuestionables desde el punto de vista de la ética y de la moral para algunos sectores de la Iglesia, pero eso no justifica que haya que rechazarla por completo. Busquemos aquellos aspectos en los que podemos caminar juntos desde lo que plantean tanto ‘Laudato si’” como ‘Fratelli tutti‘ y sumemos. Ahí está, por ejemplo, el objetivo 8, sin el cual no se podrían completar ninguno de los otros: “Promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo y el trabajo decente para todos”.
¿Algún católico puede estar en contra de esto? Es, indiscutiblemente, Doctrina Social de la Iglesia, no una ocurrencia de Francisco. Situar a la persona como trabajador en el centro es un pilar de “Rerum Novarum” en adelante. La actividad laboral tiene todo un fundamento teológico desde la actividad creadora de Dios en el Génesis y, por eso, ningún cristiano debería cuestionar ese objetivo 8 de la Agenda 2030.
P.- Otros piensan que el Papa debe dedicarse solo al cuidado de las almas y no de los salarios…
R.- Cuando la Iglesia católica se dedica al cuidado de los trabajadores, no es por motivos económicos ni políticos. No lo hace ni porque los pobres sean muchos ni porque no tengan trabajo. Lo hace porque Jesús lo hizo primero. La segunda persona de la Trinidad se encarna en una familia de trabajadores de la periferia, trabaja 30 años con su padre y sus tres años de vida pública transcurren entre los trabajadores pobres. No estamos del lado de los pobres porque seamos pobristas, sino porque imitamos a Jesús de Nazaret.
P.- ¿’Laudato si’’ es una asignatura optativa para los católicos ‘Greenpeace’?
R.- Esa percepción es propia de quienes entienden la ecología únicamente desde un punto de vista medioambiental, cuando “Laudato si’” habla de ecología integral. La crisis que atraviesa el planeta no se ha desatado porque un meteorito haya chocado contra la Tierra, sino que la ha provocado el sistema productivo que hemos generado los humanos desde hace 200 años, y que atenta directamente contra la vida. No nos ocupamos de la naturaleza sin más, sino de la Casa Común, de la Creación y de quienes la habitan. Y lo hacemos por mandato bíblico.