La terapeuta Stephanie Butenkemper ha abordado, tal como recoge Katholisch, los peligros que emanan de la vida en comunidad, publicado por Herder-Verlag y titulado ‘Comunidades tóxicas’. En él, Butenkemper, explica que lo que se entiende como abuso emocional de poder en un contexto religioso, a menudo, aunque no siempre, prepara el terreno para agresiones sexuales posteriores.
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“La comunidad hace la oferta de convertirse en una especie de familia sustituta de sus miembros”, señala Butenkemper, quien considera que este es el eje del abuso. En concreto, “jóvenes que buscan a Dios, estabilidad, y que han tenido experiencias difíciles en sus familias, encuentran aquí apoyo”. Según la autora, la atracción que desarrollan las comunidades es comparable al sentimiento de estar enamorado.
Una vez dentro, señala, salir es casi imposible. “La dirección controla la conciencia de sus miembros, como se sabe de las sectas y los regímenes autoritarios”, añade. “Cualquiera que quiera salir se ve amenazado por un gran temor a la pérdida porque la comunidad controla todas las áreas de la vida”.
No poner a todas las comunidades bajo sospecha
Butenkemper se refiere a comunidades como Totus Tuus y la Comunidad Integrada, que fueron disueltas tras las denuncias de los obispos. Asimismo, señala al fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, como una de las figuras más oscuras de la historia reciente de la Iglesia.
Sin embargo, el autor también advierte en contra de poner a las comunidades y sus líderes bajo sospecha general y señala los aspectos positivos de las comunidades religiosas. Además, muestra que el abuso emocional del poder puede ocurrir en casi cualquier lugar, pero alienta a la Iglesia católica a abordar más el fenómeno y ofrece propuestas sobre cómo pueden ser los conceptos de prevención y apoyo a los que abandonan las comunidades.