El 15 de abril el Aula Magna del Centro Cultural Padre Félix Varela acogió la graduación de una nueva promoción del Máster Universitario en Bioética que organizan conjuntamente en La Habana el Instituto Juan Pablo II de Bioética y la Universidad Católica de Valencia.
Erigido por el cardenal Jaime Ortega en 2011, el Centro Cultural Padre Félix Varela es una institución del Arzobispado de La Habana que busca concretar la labor evangelizadora de la Iglesia a través de la promoción de valores culturales, humanísticos e identitarios mediante el diálogo respetuoso entre los diferentes actores sociales. Se ubica en el casco histórico de La Habana, concretamente en el impresionante edificio del siglo XVIII que en otro tiempo acogió el Seminario de San Carlos y San Ambrosio.
En este centro se puede estudiar actualmente una Licenciatura en Humanidades, diversos cursos para la promoción de las personas en materias económicas y el acompañamiento de procesos de desarrollo de negocios, así como una Diplomatura en Música Sacra.
Desde hace unos meses, se ha traslado al mismo el Instituto Juan Pablo II de Bioética. Fundado en 1997 en el marco de las actividades por la visita a Cuba de Juan Pablo II, su fundador y director es el médico René Zamora Marín, un profesional sanitario muy reconocido dentro y fuera del país.
El Aula Magna está a rebosar. La mesa presidencial del evento del pasado sábado estuvo constituida por el cardenal Juan de la Caridad García Rodríguez, arzobispo de La Habana; el nuncio apostólico, Giampiero Gloder; el obispo auxiliar de La Habana, Eloy Ricardo Domínguez Martínez; así como el mencionado René Zamora, que es también miembro ordinario de la Academia Pontificia por la Vida y presidente del Comité Nacional Cubano de Bioética.
Se encontraban presentes numerosas personalidades académicas de la Universidad de La Habana, presidentes de sociedades científicas, delegados de la Escuela Latinoamericana de Medicina, la Universidad Médica de La Habana, parte del ejecutivo del Comité Cubano de Bioética, así como otras instancias docentes del Ministerio de Educación Superior.
Tras el saludo de bienvenida de Zamora, en el que mostró un especial agradecimiento al cardenal Antonio Cañizares y a Enrique Benavent, su sucesor en el arzobispado de Valencia, por su compromiso con el Instituto, entró por videoconferencia Julio Tudela, director del Instituto de Ciencias de la Vida y del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, quien expresó su satisfacción por esta ya larga colaboración con Cuba.
La lección magistral estuvo a cargo de Victoria Ribot Reyes, profesora titular de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, presidenta del Comité de Ética de las Investigaciones del Instituto de Medicina Legal y profesora en el Máster.
Comenzó afirmando que el ser humano se estructura a partir de tres dimensiones fundamentales: vocación, encarnación y comunión, libertad y trascendencia. Fue en dicho contexto en el que, echando mano de dos de los grandes pensadores de Cuba, subrayó con rotundidad que “la nación cubana, en su construcción histórico-cultural, se nutre de esta concepción personalista y humanista. No hay patria sin virtud, ni virtud con impiedad, afirmaría el presbítero Félix Varela. José Martí, héroe nacional, nos recuerda que se trata de con todos y para el bien de todos”.
En su alocución señaló que “obtener el título de Máster en Bioética es una invitación y llamado vocacional a la transformación social y el crecimiento personal; hoy como necesidad urgente”. Concluyó afirmando que “nos hemos apropiado de una manera de pensar y hacer Bioética que coloca la dignidad del ser humano como centro y nos compulsa a una visión compasiva del otro”.
En nombre de los graduados habló Julio Hernández Cobas. A continuación, fue el turno del cardenal Juan de la Caridad quien, después de expresar su felicitación a los que recibían sus títulos y a sus profesores, realizó algunas consideraciones teológico-filosóficas, resaltando la importancia de la espiritualidad en la vida de los profesionales.
El cardenal recitó el salmo 139, una oración llena de admiración frente a la sabiduría de Dios, e invitó a los presentes a acoger la oración con la que Juan Pablo II finalizó su encíclica ‘Evangelium vitae’. Por último, ofreció como obsequio una Biblia dedicada personalmente a cada uno de los graduados.
El acto concluyó con la interpretación de varias piezas musicales por parte de la agrupación coral Vox Cordis y con una copa de vino en el bellísimo claustro del centro.