Siguiendo el calendario juliano, los ortodoxos celebraron este pasado fin de semana la Pascua de la Resurrección. En Moscú, el sábado por la noche, la Catedral de Cristo Salvador albergó la vigilia pascual, celebrada por el patriarca ortodoxo ruso, Kirill, y en la que estuvo presente el presidente y líder del Kremlin, Vladímir Putin, junto al alcalde moscovita, Sergei Sobyanin.
El acontecimiento religioso más importante del año fue emitido en directo por la televisión estatal y sirvió para simbolizar, una vez más, la estrecha alianza espiritual que une a Putin y a Kirill, quien, pese a los fuertes choques con otros representantes de la ortodoxia a nivel mundial, no ha dudado en defender férreamente la invasión de Ucrania por Rusia.
En su predicación, Kirill reclamó una “paz justa y duradera” entre Rusia y Ucrania, rezando de un modo especial “por las personas que se encuentran en la zona de guerra”. Una invocación espiritual en la que el patriarca se mantuvo en su esquema básico, sostenido también por el Kremlin: que ucranianos y rusos son “pueblos hermanos” que han surgido de “la misma pila bautismal del Dniéper”. En definitiva, que solo se entiende Ucrania siendo Rusia.
Por su parte, Putin destacó el compromiso de la ortodoxia rusa con el “fortalecimiento” de la sociedad, especialmente de los jóvenes: “Me gustaría expresar mi profunda gratitud por su trabajo incansable y desinteresado en la preservación de los valores históricos, espirituales, morales y familiares perdurables, educando e iluminando a la juventud”.
Y mucho más en el contexto de la guerra de Ucrania, que también está teniendo fuertes resonancias sociales en la propia Rusia: “Durante muchos años, sus sabias palabras pastorales han servido para fortalecer la sociedad… Hoy, cuando enfrentamos serios desafíos, es particularmente importante”.
En Ucrania, el presidente, Volodímir Zelenski, también ofreció un mensaje pascual en el que reiteró que ese día se celebraba “la victoria del bien, de la verdad y de la vida”. Algo que en su país, en este momento de fuerte prueba, se simboliza en la unidad de todo un pueblo: “La creencia en la victoria nos une a todos siempre, y especialmente hoy”. Y es que, “desde tiempos inmemoriales”, para los ucranianos, la Pascua es “un día familiar, de calidez, esperanza y gran unidad”. “Tenemos un gran hogar: Ucrania. Tenemos un gran objetivo: la victoria para todo”, remachó el mandatario.
Epifaniy, líder de la ortodoxia ucraniana autónoma del patriarcado de Moscú, también celebró la Pascua de la Resurrección en la catedral de Kiev. Posteriormente, a través de Twitter, dejó claro cómo quiere que este importante hito de fe mueva a sus ciudadanos: “Deseo bondad y fuerza espiritual a todo el pueblo ucraniano. Que esta fiesta fortalezca nuestra voluntad e indomabilidad, nos inspire a restaurar nuestra patria, a proteger nuestra libertad e independencia y a establecer la verdad, porque en verdad: ¡Cristo ha resucitado!”.
Tal y como recogió ‘AP News’, pese a que ambas partes habían dejado claro que no habría ningún tipo de tregua en el frente, sí que hubo un gesto para la esperanza el Domingo de Pascua. El mismo, tal y como confirmó Andriy Yermak, asesor de Putin, se tradujo en “un gran intercambio de presos”. Por su parte, Moscú habría devuelto a Kiev a 130 detenidos en el transcurso de la guerra, incluidos “soldados, marineros y guardias fronterizos”. Por el momento, las autoridades ucranianas no han dado a conocer el volumen de sus excarcelados.