Es tiempo de recapitular. La Iglesia ha hecho hoy balance tras concluir la etapa continental del Sínodo de la Sinodalidad, con la mirada ya puesta en la Asamblea Sinodal de octubre de 2023 que se celebrará en el Vaticano. Las reuniones para preparar el ‘Instrumentum laboris’ concluyeron ayer tras una semana y el documento verá la luz a finales de mayo.
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En este mini cónclave se centraron en dos aspectos: “La reflexión y el intercambio de impresiones sobre la experiencia continental”, según ha reconocido hoy a los medios Timothy John Costelloe, SDB, arzobispo de Perth y presidente de la Conferencia Episcopal Australiana.
“El proceso que seguimos fue muy similar al que hemos utilizado a lo largo de este camino: nos dimos tiempo para orar, para reflexionar sobre lo que leíamos, para hablar abiertamente unos con otros, y escucharnos atentamente, y luego comenzar a discernir juntos temas, prioridades y puntos de tensión que puede ofrecerse como contribución a la redacción del ‘Instrumentum laboris'”, ha señalado, para luego completar: “Nuestro trabajo representa un paso más, pero de ninguna manera el paso final en este viaje”.
El salesiano ha estado acompañado por Nathalie Becquart, subsecretaria de la Secretaría General del Sínodo; Lucio Adrián Ruiz, secretario general del Dicasterio para la Comunicación; y Hyacinthe Destivelle, OP, oficial del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Estos dos últimos encargados de presentar las conclusiones del Sínodo digital y de las cuatro conferencias sinodales ecuménicas celebradas, respectivamente.
El impacto de la sinodalidad
“Esta etapa continental que estamos concluyendo es uno de los aspectos más innovadores del proceso sinodal”, ha comenzado advirtiendo la religiosa javeriana, que ha explicado cómo ha sido el caminar hasta hoy y ha agradecido el trabajo a las uniones de conferencias episcopales de cada continente.
Para Becquart, “la experiencia va más allá de los documentos”, pues lo verdaderamente importante es el “impacto de la sinodalidad”, es decir, “la escucha, parresia, libertad de expresión, comunión, solidaridad, cercanía y empoderamiento”.
Ella, que ha participado en cuatro de las seis asambleas continental, señala que “la diversidad también puede ser un camino hacia la unidad”. Así, ha reconocido que “en cada cultura, contexto, hay semillas de sinodalidad y obstáculos para la sinodalidad”.
Por otro lado, ha hecho hincapié en la necesidad de que la Curia salga de sus muros. “Como los participantes en las asambleas continentales se sintieron tan conmovidos al ver a ‘Roma viniendo hacia ellos’, me di cuenta más de que es realmente otra experiencia encontrar obispos y personas en su propio contexto que reunirse con ellas en el Vaticano”, ha explicado, a la par que ha subrayado que se trata de “una nueva forma de relación entre el centro/Curia romana y las iglesias locales en el espíritu de ‘Praedicate Evangelium'”.
“Abandonar todo búsqueda de una uniformidad rígida”
Para Costelloe, “cada Asamblea fue bastante diferente en estilo y contenido. Esto apunta a un aspecto muy importante de la sinodalidad, especialmente cuando la pensamos en el contexto de una Iglesia global y universal: hay más de una manera de ser Iglesia”.
Y ha continuado: “Una de las cosas más importantes que estamos experimentando en este camino hacia una mayor y más profunda experiencia de sinodalidad es que reconocemos y celebramos la gran diversidad que ya es una realidad en la Iglesia; en realidad estamos experimentando una unidad profunda que no solo no se basa en la uniformidad sino que nos invita a abandonar toda búsqueda de una uniformidad rígida. Esto apunta a la realidad de que los principios universales deben ‘encarnarse’ en el contexto de la cultura y la situación locales”.
En su opinión, “parte clave de este proceso ha sido la práctica de la conversación espiritual en la que se invita a cada uno a hablar abierta y honestamente de lo que va descubriendo en el desarrollo de la vida y de la fe, e igualmente a escuchar con atención y ‘no a la defensiva’ al otro que también habla”. “”Se nos invita a reconocernos unos a otros como compañeros en el camino de la vida y de la fe y ciertamente no como antagonistas o combatientes”, ha recalcado.
El prelado australiano ha resaltado que, desde ahora hasta octubre, se espera que el camino sinodal continúe desarrollándose a nivel de base, porque “tenemos una gran cantidad de material que forma parte de nuestro viaje juntos. Ahora que comenzamos a mirar con anticipación la próxima etapa del viaje, la Primera Asamblea en octubre, espero que a nivel local de parroquia, de diócesis, de comunidad religiosa, la reflexión, a través de la práctica de conversación espiritual, continúe”.