A Ramón Valdivia se le escapan las lágrimas sin que pueda atraparlas cuando se le recuerda que tiene que dejar la parroquia de San Roque para asumir su responsabilidad como obispo auxiliar de Sevilla junto a Teodoro León. “Lo asumo con temor y temblor, pero con la confianza en el Señor. Me siento desbordado. Intuyo que la vida me cambia radicalmente, pero estoy confiado”, aprecia. A sus 48 años, además de pastorear otras parroquias, ha sido vicerrector del Seminario, profesor en la Facultad de Teología San Isidoro y en la Fundación CEU-Cardenal Spínola.
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PREGUNTA.-¿Dos auxiliares se conceden para que el arzobispo trabaje menos?
RESPUESTA.-Estoy convencido de que Don José Ángel no ha pedido dos auxiliares para tener más tiempo libre y quitarse de en medio, sino para llegar a más. En este tiempo que lleva en Sevilla, nos ha demostrado que viene con una disponibilidad y capacidad de trabajo admirable. Creo que seguirá llevando el mismo ritmo, pero ahora con más posibilidades de potenciar la actividad evangelizadora de la Iglesia.
P.-Su nombramiento se conoció en plena Semana Santa, ¿es muy capillita?
R.-Entra dentro de mi cultura, del lugar donde están mis raíces. Los cofrades somos los más exigentes con la realidad de la piedad popular, especialmente observadores y puntillosos con respecto a las cofradías. Sabemos perfectamente que tienen sus límites, pero también gozan de grandísimas ventajas para estar en contacto con el mundo de hoy.
P.-En una sociedad hípersecularizada, las cofradías parecen que son las únicas capaces de atraer a los jóvenes.
R.-Crisis en el mundo cofrade no hay, pero sí es necesario revitalizar los espacios de evangelización de las hermandades a través de la formación, de la cercanía de los sacerdotes, del cuidado pastoral. No camina igual una hermandad con director espiritual, que aquella que no lo tiene o no le acompaña. No se trata de que el sacerdote controle a la hermandad, porque tiene su ámbito de autonomía que hay que respetarla, pero sí desde esa cercanía que mencionaba antes, promover encuentros, catequesis, oraciones, iniciativas misioneras y de caridad.
P.-Es un apasionado de Fray Bartolomé de las Casas, el gran evangelizador de las Indias. ¿Cómo encaja el nuevo documento vaticano que tumba la Doctrina del Descubrimiento?
R.-Aunque en estos días he tenido poco tiempo para reflexionar al respecto por la ebullición del nombramiento, sí me lleva a pensar que lo que está haciendo el Papa es abrir nuestra mentalidad occidental desde esa misión que tiene como pontífice, que es defender la unidad de todos, de todas las culturas, de todos los pueblos. Probablemente hay personas que han reclamado con justicia tesoros que fueron extraídos de su tierra, algo que ya hacía Bartolomé de las Casas. En esta misma línea trabajó Francisco de Vitoria desde un ámbito más académico.
Yo percibo que en nuestra mentalidad española en la que nos hemos tragado ese mito tan fuerte del 98 que nos aplastó nuestra dignidad cultural de la que hay un renacer, puede sentar mal esta postura que señala el documento vaticano. Sin embargo, me parece que deberíamos pensar en qué nos pasó a nosotros cuando nos quisieron arrebatar nuestra cultura, cuando nos ha expoliado y lo mal que nos sienta mal ir a visitar la iglesia de la Caridad de Sevilla y descubrir que los Murillo que están allí, sino en un museo en Nueva York, en San Petersburgo o en cualquier otro lado. Esta perspectiva es la que no debemos perder y es la que nos invita el Papa a reflexionar, con sencillez, con sinceridad y abriendo caminos, no para devaluar lo que nosotros hicimos, porque hicimos cosas excepcionales entre el siglo XVI y el siglo XIX en América.
Rezar por el Papa
P.-Con el primer Papa latinoamericano de la historia, ¿se acaba el eurocentrismo?
R.-Es verdad que Francisco da este paso ahora, pero no es menos cierto que desde hace tiempo se viene consolidando una reivindicación de la riqueza de esa cultura común. Un profesor mío, Enrique Pérez Nuño, significaba que había diversos términos para pronunciarse en torno a esta realidad, una reflexión que planteó en el marco de 1992. Si nos referimos al V centenario como el descubrimiento de América, ponemos el foco en que Europa descubre y América es descubierta. Sin embargo, si hablamos de que Europa se encuentra con América, hablamos de dos sujetos, de dos actores, una perspectiva que Pérez Nuño presentaba como una cultura del diálogo, que es lo que ahora el Papa presenta como cultura del encuentro.
En su primera alocución como obispo, hizo varias referencias a la necesidad de rezar por el Papa y la unidad en un tiempo en el que se cuestiona su autoridad…
R.-Estamos en un tiempo en el que nos dejamos llevar por los sentimientos y no por la verdad de la doctrina y del magisterio que reconoce la autoridad del Papa. ¡Por eso la teología es tan importante! Yo vivo en un parroquia y percibo que hay gente a la que le gusta más el párroco y otros el vicario parroquial. Eso es algo razonable y no lo puedo discutir. Otra cosa es la adhesión a la persona y esa adhesión el cristiano la tiene que tener clara, por encima de los afectos.
¿Cómo rebajar tanta resistencia y tensiones?
R.-Hay que intentar buscar siempre la bondad en la proposición del otro, como decía San Ignacio. Si nos quedamos atrapados en lo que nos diferencia de la otra persona, nos podemos enzarzar en discusiones permanentes y la verdad, los cristianos no tenemos tiempo para estar discutiendo cuando tenemos un mundo entero para evangelizar.
¿Ha pensado en bordarse una ‘L’ como los coches en la casulla durante los primeros meses de obispo?
R.-No creo que haga falta, porque se me nota demasiado que estoy en prácticas y soy consciente de que durante un tiempo lo único que voy a hacer es estorbar.